Tierri Schiavo, conectada durante 15 años a una máquina, protagonizó una verdadera batalla judicial en EE UU.

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EVA MARTÍNEZ MILLÀN-LONDRES

El Alto Tribunal de Londres concedió ayer a una adolescente su derecho a «morir dignamente» y evitar el trasplante de corazón al que un hospital quería someterla contra su voluntad, después de decidir que la joven es «suficientemente madura» para la decisión adoptada.

Hannah Jones, de 13 años, optó por rechazar la intervención quirúrgica y permanecer con su familia hasta que la dolencia cardíaca que padece acabe con su vida. Sin embargo, el centro hospitalario de Hereford promovió en febrero un proceso judicial para intentar apartarla temporalmente de la custodia de sus padres y lograr de esta forma proceder a la operación.

Así, la joven, que ya había sido diagnosticada con una extraña forma de leucemia cuando tenía tan sólo cinco años, elevó el caso a las autoridades de protección de menores desde la propia habitación del hospital en la que se encontraba, las cuales, a su vez, lo pasaron a los letrados del Alto Tribunal británico.

La adolescente sufrió un profundo daño en su corazón debido al tratamiento recibido contra una infección derivada de la leucemia y con un impacto de tal magnitud que sólo un trasplante podría darle garantías de supervivencia. Sin embargo, la joven rechaza la operación y su familia respeta su decisión.

No obstante, los padres recibieron una carta del hospital en la que los responsables del centro justificaban el proceso promovido en base a los «mejores intereses» de la niña, una alegación reprobada por los progenitores, que consideraron «escandaloso» que la dirección «pueda presumir» de que no desean «de corazón los mejores intereses» de su hija.

En este sentido, la adolescente había recibido la oferta de un trasplante en julio de 2007, cuando tenía 12 años, pero decidió rechazarla por consejo de los médicos, que le habían explicado que podría no dar resultado o, en caso de obtenerlo, significaría estar sometida a medicación constante.