Benedicto XVI y el primer ministro Silvio Berlusconi en la biblioteca privada del Papa durante una audiencia privada en el Vaticano. g Foto: ARCHIVO/EFE

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Los médicos suspendieron ayer totalmente la alimentación e hidratación artificial a Eluana Englaro, la italiana en estado vegetativo desde 1992, según informó la televisión italiana, mientras Beppino Englaro, padre de Eluana, calificó de «tortura inhumana» la situación legal que se ha creado en torno al caso.

Englaro invitó ayer al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y al presidente de la República, Giorgio Napolitanio, a que vayan a ver a su hija Eluana para que se den cuenta de su situación.

«Soy el tutor de Eluana Englaro, pero en este momento hablo de padre a padre. Me dirijo al presidente de la República, Giorgio Napolitano, y al presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, para que vengan a Udine y se den cuenta, personalmente y privadamente, de las verdaderas condiciones en las que está mi hija Eluana», se lee en una nota difundida por el abogado de la familia Englaro, Vittorio Angiolini.

El equipo de voluntarios que asisten estos días en la clínica «Quiete» decidió adelantar a ayer la suspensión definitiva de la alimentación e hidratación que nutre a la italiana, de 38 años, a través de una sonda.

Los suspensión total de la nutrición, hasta ahora, se había decidido que fuera progresiva. Ayer, el equipo médico inició el proceso de acompañamiento a la muerte para Eluana, al reducir un 50% de los alimentos que se le suministraban hasta ahora. El protocolo médico consistirá en administrar a la mujer sólo sedativos y antiepilépticos, mientras se espera su muerte por deshidratación, que puede llegar en unos quince días.

La suspensión total de la alimentación ha llegado después de que el Ejecutivo anunciase la presentación de un proyecto de ley para detener la muerte de Eluana, que se presentará mañana en el Parlamento y se intentará aprobar en el tiempo récord de dos o tres días.

La opción del proyecto de ley llegó después de que el presidente de la República, Giorgio Napolitano, rechazara firmar un decreto urgente con el que el Gobierno de Silvio Berlusconi pretendía detener la muerte de la mujer.