Bradlee, que padecía desde hacía años Alzheimer y demencia, vivió su época dorada como director del Post entre 1965 y 1991 y pasará a la historia como una de las figuras centrales del escándalo del «Watergate».
Con el caso «Watergate» el Post dio un paso más en su consolidación como uno de los grandes diarios, gracias a la habilidad y persistencia de los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward.
Sus revelaciones sobre el espionaje al Partido Demócrata condujeron a la única dimisión presidencial de la historia de Estados Unidos: la de Richard Nixon en 1974.
«Contó historias que necesitaban ser contadas, historias que nos ayudaron a entender nuestro mundo y a nosotros un poco mejor. Los estándares de honestidad, objetividad y meticulosidad que estableció animaron a muchos a entrar en la profesión», consideró el presidente de EE.UU., Barack Obama, en un comunicado tras conocer su fallecimiento.
«Para él el periodismo era más que una profesión, era un bien público imprescindible de nuestra democracia», añadió el mandatario, que el año pasado honró a Bradlee con la Medalla de la Libertad, el más alto mérito civil reconocido en EE.UU.
Bradlee se hizo cargo de la dirección del Post en 1965, dos años después del suicidio de Phil Graham, marido de Katharine Graham, que desde entonces hasta 1979 estuvo al frente de la empresa que había creado su padre.
Aún en presencia de Katharine Graham, Bradlee mantenía su estilo brusco, los pies encima de la mesa y las palabras malsonantes que le hacían temible en la redacción.
Bradlee impuso de inmediato disciplina en la redacción, cambió estilos y elevó la calidad con la contratación de nuevos valores.
Su primera gran prueba llegó con la publicación de los documentos del Pentágono sobre la guerra de Vietnam que revelaban algunos de los desastres del conflicto y la convicción entre los militares de que era una contienda perdida.
A Bradlee no le costó mucho convencer a Graham de la necesidad de publicar los documentos del Pentágono. Para ambos fue una prueba difícil por las presiones recibidas.
Durante su época al frente del Post, Bradlee duplicó su nómina de empleados hasta alcanzar los 600 trabajadores y el presupuesto dedicado a la información se incrementó de tres a sesenta millones de dólares.
En los últimos 23 años con él al frente, la tirada del diario pasó de 446.000 ejemplares a 802.000 y ganó 23 premios «Pullitzer».
1 comentario
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Ben Bradley unía algo muy americano, que rara vez se observa en Europa: el rigor profesional y el sentido del humor. Es una delicia leer “La vida de un periodista” sus memorias profesionales. Y una lección sobre cómo vivir con seriedad y honestidad pero siempre con humor. Un enorme periodista que contribuyó a que la libertad de todos fuera algo más sólida. Un hombre capaz de afrontar peligros, resistir presiones y hacer caer a un presidente mentiroso como era Nixon.