El papa Francisco oficia la celebración de las Vísperas y la solemne ceremonia del Te Deum en la Basílica de San Pedro del Vaticano. | Efe

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El Papa Francisco ha apelado a la «unidad» para luchar contra «las formas modernas de esclavitud» en la Basílica del Vaticano, durante la celebración de la Misa en solemnidad de María Madre de Dios y con motivo de la 48 Jornada Mundial por la Paz, el primer acto público del año que preside el Pontífice.

«Todos estamos llamados a ser libres, todos a ser hijos y, cada uno de acuerdo con su responsabilidad, a luchar contra las formas modernas de esclavitud. Desde todo pueblo, cultura y religión, unamos nuestras fuerzas. Que nos guíe y sostenga Aquel que para hacernos a todos hermanos se hizo nuestro servidor», ha afirmado Francisco.

Precisamente, este 1 de enero de 2015 se celebra la 48 Jornada Mundial de la Paz bajo el lema 'Ya nunca más esclavos, sino hermanos', en la que el Papa ha denunciado las «condiciones inhumanas» en las que son detenidos «muchos» inmigrantes en el país de destino por lo que insta a no ser «cómplices» del «fenómeno abominable» de la esclavitud que «pisotea los derechos fundamentales de los demás y aniquila su libertad y dignidad».

En su homilía, el Papa ha destacado que, con esta celebración, la Iglesia recuerda que María es «la primera destinataria» de la bendición sacerdotal que Dios había sugerido a Moisés para que la transmitiese a todo el pueblo, al tiempo que ha subrayado que «Cristo y su Madre son inseparables» y no se puede entender la salvación realizada por Jesús sin considerar la maternidad de la Iglesia pues, como dijo Pablo VI, separar a Jesús de la Iglesia sería introducir una «dicotomía absurda».

En este punto, ha indicado que María «está tan unida a Jesús porque él le ha dado el conocimiento del corazón, el conocimiento de la fe, alimentada por la experiencia materna y el vínculo íntimo con su Hijo», y ha señalado que «es la mujer de fe que dejó entrar a Dios en su corazón, en sus proyectos; es la creyente capaz de percibir en el don del Hijo el advenimiento de la plenitud de los tiempos, en el que Dios entró personalmente en el surco de la historia de la salvación».

«Nuestra fe no es una idea abstracta o una filosofía, sino la relación vital y plena con una persona: Jesucristo», ha añadido el Pontífice, para quien «sin la Iglesia, la relación con Cristo estaría a merced de nuestra imaginación, de nuestras interpretaciones, de nuestro estado de ánimo».