El can, que vive con su familia humana en São Paulo (Brasil), comparte también su espacio con otras mascotas, con las que, a juzgar por las imágenes, se lleva la mar de bien.
Ni los picotazos cariñosos de los periquitos, diamantes mandarines y cacatúas, ni tampoco el cosquilleo que a buen seguro le produce el fino pelo del hámster de la casa consiguen romper su paz.
Al contrario, a Bob se le ve totalmente conforme con esta peculiar 'compañía'. Por ello, se ha convertido en toda una celebridad, y sus fotos ya han cautivado a miles de seguidores en Facebook e Instagram.
6 comentarios
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Excelente artículo...
No me lo puedo creer, no dormire anit.
El pueblo borrego es cada día más idiota,cualquier chominada llama la atención y después hablan de gente casposa de los 60,ahora lo casposo abunda en todas partes
Ala ecologistas, aprovechar la oportunidad para pedir la libertad de los periquitos.
Parece el Parlamento de las Islas Baleares o el Consell de Mallorca.
Parece el Parlamento de las Islas Baleares o el Consell de Mallorca.