El profesor aprovechó los minutos previos al despegue para realizar algunos ejercicios de economía. La pasajera que sentaba a su lado empezó a sospechar de él, llamó a la azafata y le dio una nota donde le decía que su compañero de butaca podría ser un terrorista.
La azafata regresó y, con una excusa, hizo abandonar el asiento a la pasajera. El avión no despegó y regresó a la puerta de embarque. El piloto salió de la cabina y se dirigió hacia el profesor economista, le pidió que le acompañase y así lo hizo. A la salida del avión un hombre interrogó al profesor y le explicó que su compañera de asiento pensaba que podría ser un terrorista a causa de las notas que él estaba escribiendo. Menzio se echó a reír y explicó que es economista y que estaba realizando unos ejercicios. Para demostrarlo, le mostró el bloc de notas.
Todo quedó en un malentendido y tras hora y media de retraso el avión despegó.
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Menzio escribió un post en su cuenta de Facebook explicando esta desagradable experiencia. «Puede ser un poco gracioso y un poco preocupante. La señora me miró, miró a la misteriosa fórmula que había escrito y sacó la conclusión de que yo no era del todo bueno. Por ello, el vuelo fue retrasado una hora y media», explica el economista.
Una captura de pantalla de su publicación fue compartida el 7 de mayo en Twitter por Susan Dynarski, también profesora en la Universidad de Michigan, y desde ahí ha sido retuiteada por más de 4.000 personas.
5 comentarios
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La culpa la té el terrorisme en sí mateix, ningú ho dubta, però vull deixar pal.lès que també hi ha un alt grau de responsabilitat en un cert alarmisme (la por és una gran arma i és molt encomanadissa) basat en la desconeixença i creat interessadament contra tot aquell "diferent", el que "vesteix diferent", el que té "una religió diferent", el que és "de color diferent" o, fins i tot, quan l'única "diferència" és l'econòmica.
Supongo que le debió caer un buen puro a la cateta esa. Espero que nadie piense que todas las mujeres somos así de incultas.
En casos tan egregios como el del profesor de economía, la señora que le denunció debía asumir los daños y perjuicios causados. Y se debería siemrpe preguntar por qué le consideraba un terrorista en primer lugar.
La noticia es aún peor porque no cuenta que la pasajera lo describió como árabe por su color de piel y pelo rizado "olive skin and curly hair", tal como sale en el New York Times. Malos tiempos para la democracia y el respeto.
Que mala suerte la de este profesor, que entre tantos pasajeros, lo sentasen al lado de una analfabeta histerica.