Rafael A. Jiménez, con su pareja, Anneli, y su exesposa, Margit. | Gabriel Alomar

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Con más de 40 años de vinculación al mundo del zapato, Comercial del Calzado cierra este martes sus puertas por jubilación. Se trata de un comercio que lleva décadas de relación con una clientela fiel y que ahora se despide de la escena de ventas en Palma. Su propietario, Rafael A. Jiménez, ha cambiado desde entonces varias veces de local, pero siempre se ha mantenido fiel a la barriada del Camp Redó, en la calle Cotlliure. El género que ha quedado sin vender irá destinado a la causa solidaria y se entregará a la Cruz Roja, para su distribución por Cáritas.

«Empecé al frente del primer puesto de palomitas en la plaza de España, en 1973. Allí se formaban por entonces grandes colas y era un buen negocio», indica, recordando que se mantuvo en aquel sitio hasta que, con la reforma urbana, no pudo continuar en su lugar. «Mi relación con los zapatos comenzó gracias al contacto con un amigo. Es un negocio que siempre ha estado por los suelos, pero se ha ganado dinero, que ha sido siempre mi propósito», indica Jiménez.

«Aquí viene la gente y nos cuentan sus cosas. Ahora tendré que estar en mi casa, tengo dos perros, no será igual, pero no me voy a aburrir, ya que tendré más trabajo», asegura. Rafael también recuerda que la crisis se ha notado entre algunos clientes, «que por una zapatilla de cinco euros ha dejado a veces a cuenta dos». Una relación de confianza que ha afianzado su presencia en esta barriada con su tienda frente a la viviendas de Corea. «Siempre hemos tenido una excelente relación con los vecinos».