Lo que el puerto de Palma esconde

Decenas de carros de la compra, una moto, ruedas, bicicletas, señales de tráfico y otros enseres que no deberían estar allí se ocultan de la mirada ajena de los palmesanos, a escasos metros de ellos.

Frankie vive cerca de la Seu, y acostumbra a realizar ejercicios matutinos, como tantos otros, por la zona. Tras quince años en la isla aún se siente inspirado por su belleza, aunque no ignora que «el consumo diario deja huellas».

«Quisiera movilizar a la gente y activar el sentido de la responsabilidad por la ciudad en que vivimos. Quizás hemos hecho pensar a todos los viandantes que nos han observado que si debemos conservar el mundo no podemos ir tirando cosas al mar ni al campo», afirma.

Y manos a la obra. Para demostrarlo, contó con un grupo de buzos en el agua y voluntarios que en tierra arrastraban cada objeto rescatado del lodo portuario. Entre todos, recolectaron más de una tonelada de basura, además de algunas estampas que hablan por sí mismas.

Ahora, la idea es que la propuesta de limpiar el muelle adquiera «dimensiones aún más grandes, con el apoyo de los medios sociales», aunque destaca que no vendría mal un mayor impulso público y civil, por parte de las instituciones y de organizaciones medioambientales, a la vez que lamenta una cierta descoordinación entre las mismas.

Parece que algo ha removido, y desde la Autoritat Portuària de Balears (APB) se muestran «encantados de apoyar la iniciativa voluntaria», pese a que al margen de la misma, «periódicamente la APB lleva a cabo limpiezas de fondo».

No obstante, apuntan que «es muy importante contemplar estas imágenes y concienciarnos de que es cosa de todos. El mar no es un vertedero. Contribuyamos todos a mantenerlo limpio».

La culminación del proyecto se mostrará en una exposición de imágenes, que también incluirá algunos artefactos rescatados del muelle.