Convertidas en auténticas sirenitas, cumplieron uno de sus sueños al coincidir con la celebración de una fiesta de fin de curso. | Julián Aguirre
Rosa quiso desde pequeña ser una sirena. Por eso, su madre, recién llegada de Nueva Zelanda en unas vacaciones familiares, no dudó en zambullir a su hija en la piscina con una preciosa cola azul. Isobel y Georgia, de madre inglesa y residentes en Mallorca, recibieron este miércoles la noticia de que también serían sirenas por unas horas, cuando iban en coche de camino a The Watering Hole, el local de Santa Ponça donde la joven Sophie Wright imparte de lunes a miércoles un curso para enseñar a los niños a nadar como auténticas princesas del mar. «Era una sorpresa. Pensé que les podía hacer mucha ilusión, y así ha sido. En el coche, de camino al restaurante, les dije a dónde íbamos y no se lo podían creer», afirma la madre de Isobel y Georgia.
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quisiera ir a esa escuela de sirenas