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Primera corrida de la temporada en el Coliseo Balear de Palma, con casi tres cuartas partes de sus tendidos poblados de público.

Juan José Padilla: De salmón y azabache. Estocada, oreja; y estocada, oreja.

David Fandila ?El Fandi?: Denazareno y oro. Estocada, oreja; y estocada, saludos.

Sebastián Castella: De malva y oro. Estocada y varias descabellos, saludo; y estocada, oreja.
Se lidiaron reses del Marqués de Quintanar, muy justas de fuerzas pero nobles.

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Tres días después de que el Parlament aprobara lo que se ha venido a llamar ?toros a la balear?, el Coliseo Balear fue anoche escenario del primer festejo de la temporada en Palma, que contó con un cartel atractivo para el aficionado y comenzó con los gritos: «Libertad» y «Fornalutx taurina».

Abrió el festejo el jerezano Juan José Padilla que volvió a demostrar su valor y arrojo. Recibió a su primero con una buena tanda de verónicas, al que banderilleó con tres pares que fueron muy aplaudidos por el público. Brindó al público en el centro de la plaza para que «sigan los toros en esta isla». Con la muleta, Padilla hizo una vez más un derroche de entrega y pundonor. Supo extraer hasta el último pase a un enemigo noble, pero justito de fuerzas. Lo mandó al desolladero tras una estocada, premiada con una oreja. En su segundo, y ante la evidente falta de fuerzas y embestida, Padilla tiro de experiencia y repertorio para agradar el público. Mató de una estocada que le valió una oreja.

?El Fandi?, asiduo en el Coliseo Balear en los últimos años, recibió a su primera con una larga cambiada y un buen repertorio de verónicas. Con la banderillas, ?El Fandi? desató la locura en los tendidos. Su faena estuvo cimentada en el toreo al natural, ante un toro también justo de fuerzas. Mató de una estocada y logró una oreja. Con el segundo volvió a brillar con el capote y con las banderillas, pero llegó sin fuerzas a la muleta. Pese a la entrega y la voluntad del matador, el lucimiento fue imposible.

El francés Sebastián Castella no tuvo suerte con su primero y aunque dio una tanda de verónicas ajustadas, en la faena de muleta el toro se rajó y no dio opciones al torero. En el que cerraba la plaza, Castella pudo enmendar la noche porque a pesar de las limitaciones del toro ?también falto de fuerzas y con poco embestida? logró cuajar varias tandas de pases ligadas y ceñidas. El público reconoció el mérito del matador francés que despachó al último de la noche de una fulminante estocada. Su faena le valió una oreja.