La piscina de Esporles es una de las más nuevas, abrió en 2013. | Pere Bergas

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Si se piensa en las palabras verano y Mallorca, lo más seguro es que la primera imagen que le venga a la cabeza sea una playa. Sin embargo, los arenales no son los únicos lugares donde residentes y turistas pasan las jornadas tostándose al sol y refrescándose en el agua. Las piscinas públicas son otro espacio en el que huir de los rigores estivales. Las de Palma son cubiertas en su mayoría y están masificadas, por lo que hay que desplazarse a los municipios de interior de la Isla para hallar tranquilidad.

Prácticamente cada localidad tiene una instalación en la que además de la pileta de adultos e infantil, se incluyen un bar-restaurante, zona de juegos infantil, campo de fútbol o fútbol sala y hasta canchas de baloncesto, tenis y pádel. Una pista: para encontrarlas si viaja en coche, busque la señalización naranja de ‘Poliesportiu’.

Lo habitual es que sus usuarios sean los habitantes de cada enclave, pero también acuden otros de los pueblos o ciudades de al lado. Por ejemplo, los inquers suelen frecuentar las de Selva y Caimari (sí, cada una de estas localidades tan pequeñas y cercanas cuenta con su piscina propia), y los de Palma, bueno, los palmesanos van por todas, sobre todo los fines de semana, cuando estas piscinas pierden bastante del remanso de paz y tranquilidad que viven de lunes a viernes.

Cada uno de estos pequeños clubes cuenta con socorrista y la gran mayoría son chicos jóvenes. «Me pagan 6 euros la hora, trabajo unas cinco horas y media a la semana y cada mes me saco unos 650 euros», comenta Lluís Mulero, de la piscina de Santa Eugènia, que este año estrena césped artificial, muy del agrado de los usuarios.

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Comodidad

Para algunos de ellos, estos lugares son, dada la cercanía, casi como parte de sus casas. «Venimos andando y la verdad que es muy cómodo para nosotros, los padres, y para los niños», comenta Raquel, una vecina de Santa Eugènia madre de Alba, Paula y Miquel. «Es como si fuera la piscina de la comunidad», comenta también Nuria, vecina de Sineu.

Como ejemplo, entrar en la piscina municipal de Santa Eugènia cuesta 2 euros a un adulto empadronado en la localidad y 5 para los no residentes. Y 1 euro y 2, respectivamente, para los niños de entre 4 y 13 años. Los menores de 4 años no pagan.

Existe la posibilidad de sacarse un carnet para toda la temporada, así como abonos quincenales y mensuales. Los precios con similares en otros enclaves.

El agua es un elemento que atrae mucho a los niños y da igual que ésta sea dulce y clorada o salada. «Me lo paso muy bien en la piscina y en la playa, pero igual mejor la piscina porque la arena ensucia mucho», explica la pequeña Alexandra, antes de zambullirse en la piscina de Selva junto a su hermana, Valeria, y su amiga Marina.
Así como entre semana los usuarios suelen estar un par de horas por la mañana, los fines de semana son mucho más movidos porque familias enteras de otros lugares vienen a pasar el día. Es cuando la paella es la reina.