El duque de Calabria, Pedro de Borbón-Dos Sicilias y de Orléans, desplazado expresamente a Mallorca, dio la bienvenida a los asistentes en su condición de gran maestre de la Orden de San Jorge, acompañado por el marqués de Campo Franco, Juan Miguel Ferrer de Sant Jordi Montaner, delegado en Balears.
Los actos se iniciaron con una misa en la Cripta de San Lorenzo, a la que asistieron caballeros de las órdenes militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa con sus hábitos e insignias. A continuación, en el Real Club Náutico, el profesor e investigador Carlos Alfaro Zaforteza disertó sobre «El almirante Barceló en el reino de Carlos III».
En la cena posterior celebrada en el Club Náutico, y a la que asistió un centenar de invitados, intervino el duque de Calabria que destacó la «asombrosa carrera de Don Antonio Barceló, ante la necesidad de erradicar un importante foco de piratería que hostigaba la navegación». Añadió que «Barceló no fue un buen comandante o magnífico jefe de división, sino un auténtico líder naval». Elogió a los cartógrafos mallorquines y explicó «el papel activo de los corsarios de Mallorca en las guerras contra Francia y para aplastar la rebelión catalana». Pedro de Borbón-Dos Sicilias subrayó el valor estratégico de Balears en la defensa marítima de España; definió al puerto de Maó como «base naval de primer orden»; y señaló que «la Armada española despliega sus buques en el Mare Nostrum para prevenir los riesgos de la inmigración ilegal, tráfico de drogas, contrabando y terrorismo».
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