Tiene 67 años, nos dijo este viernes cuando nos lo encontramos en la calle Oms. Porque como no tiene otra cosa que hacer, a diario camina muchos kilómetros por Palma. Porque caminar, aparte de que pone fuerte, hace que no gastes, «y yo, con la paguita que me queda, no tengo mucho para gastar. Pero he aprendido a vivir con ella».
Lira, pese a nacer pobre y llevarse muchos palos de la Policía por creerle afín a los montoneros, ganó bastante dinero con el boxeo, «pero también gasté mucho? Pero, bueno, con lo que retuve al final me dio para comprarme una casa en Palma, en la que viví con mi mujer e hijos hasta que nos separamos. Y hoy? pues ya le he dicho. Tengo esa paguita, de la que cada mes debo descontar 150 euros para pagar donde vivo».
Confiesa que el boxeo le dejó con todas sus facultades mentales en buen estado. «A veces veo algún elefante volar, pero lo que se dice ir cazando moscas por la calle, no voy. Físicamente estoy bien y mentalmente, también».
«Yo vivo el presente»
El boxeo, que se le quedó pequeño en Uruguay, le trajo a Europa, como también trajo a su paisano Evangelista. Y en Europa peleó mucho. Así, a ojo de buen cubero, dice que hizo 106 combates como profesional, 70 como amateur y a la americana, exhibiciones, unos 100. «¿Qué si es mucho?? Yo no sé. Porque yo por plata le pegaba hasta mi sombra».
Puede que sus dos combates más sonados los hiciera con Dum Dum Pacheco, «que me tenía mucho miedo» y con Perico Fernández, perdiendo con ambos».
También hizo cine. «Una película, Yo hice a Roque III, se titulaba. Los protagonistas eran Fernando Esteso y Andrés Pajares. También trabajó Pacheco».
Lira jamás ha escondido que se prestó a perder dos peleas. «Había un buen dinerito de por medio si ganaba el otro y? Pues me dejé, porque así ganaba más dinero. En aquellos años gastaba mucho. En alquiler de casa, sobre todo, pues vivía en el barrio de Salamanca».
Al dejar el boxeo, se quedó en Mallorca, trabajando como portero en diversas discotecas y restaurantes. Ahora vive en una pensión, con su paguita, prácticamente solo, sin que casi nadie le reconozca cuando camina por la calle. «¿Que si me da pena recordar cuando subía al ring y la gente jaleaba mi nombre, o cuando iba por la calle y la gente me saludaba? En absoluto. Aquello pertenece a otra etapa de mi vida, cerrada ya. Yo vivo el presente, sin meterme con nadie, y sin pretender colocar a nadie ninguna batallita que recuerde que tuve un nombre en el boxeo. Todo eso ya pasó. Me quedo con lo bueno y ahora trato de vivir».
Y por supuesto, Lira no se considera un juguete roto, sino más bien un obrero del boxeo, gracias al cual, y no siempre como le hubiera gustado, vivió durante años.
2 comentarios
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Campeón de la Vida....
Lira....sos grande además de decente....Te deseo que la suerte te empuje a encarrilar...Dios esta con vos