Alumnos de la Facultad de Medicina de la UIB acercan la imagen de los hospitales a los escolares. | Pere Bota

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El Hospital Universitari Son Espases acoge, desde el pasado lunes y hasta el jueves, dos sesiones diarias del programa Hospital de Osos de Peluche, con la intención de acercar el mundo de la medicina a los más pequeños. Una actividad por la que pasarán un total de 180 niños y niñas de cuatro y cinco años.

Durante la mañana de este martes, los visitantes fueron los pequeños escolares del centro de educación Ses Rotes Velles de Santa Ponça, quienes llegaron acompañados de sus ositos y peluches. Un equipo de voluntarios, formado por estudiantes de Medicina, Psicología, Enfermería y Fisioterapia, recibieron a los alumnos con el objetivo de hacerles perder el miedo hacia los hospitales y en especial a las temidas batas blancas. La actividad, organizada por la Associació d’Estudiants de Ciències de la Salut, está coordinada por Mar Saus y Marta Margarit, quienes apuntan que «además de acercarles una buena imagen de los hospitales y los profesionales que trabajan en el mundo de la Medicina, enseñamos a los pequeños la pirámide de los alimentos, consejos muy prácticos de higiene y cuales son los órganos básicos de nuestro cuerpo».

Con cierto temor y expectación los pequeños miraban a los universitarios quienes, poco a poco, se fueron ganando la confianza de los niños. Tras una breve presentación se les vistió con prendas de quirófano y se acercaron a un gran panel donde les explicaron la función de nuestros órganos vitales, de nuestro cuerpo. Tras la clase teórica, se trasladaron hasta una de las camillas, donde un enorme oso de peluche esperaba para ser operado a corazón abierto.

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El corazón de porexpan fue extraído con mucho cuidado y auscultado on el fonendoscopio para escuchar los sonidos cardíacos del peluche. No faltaron las temidas jeringuillas y las tiritas que lo curan todo.
Por otro lado, otro de los grupos pasaban sus peluches por rayos X, donde obtenían una radiografía que les mostraban si tenían algún hueso roto y proceder a su respectivo vendaje. Mediante juegos, dibujos y un lenguaje que los niños entendían, se les explicó la pirámide alimenticia. Los doctores explicaron qué tipo de alimentos se tienen que consumir con mayor o menor frecuencia, así como lo importante que es lavarse las manos después de salir al patio o hacer ejercicio físico.

Quiero ser una buena médico

Aunque la mayoría de los pequeños, a sus cinco años, aún no tienen claro a qué quieren dedicarse el día de mañana, algunos no descartan estudiar Medicina o Enfermería, como la pequeña Laura Montalvo, quien confesó: «Quiero ser una buena médico y poder curar al osito». Por su parte, David tenía muy claro que lo suyo es «ser piloto de carreras de Ferrari». La pequeña Valentina no salía de su asombro mirando la radiografía que le habían hecho a su osita, llamada Fresita.

Historias entrañables de una mañana diferente para estos escolares que salieron de la Facultad de Medicina con una gran sonrisa y despidiéndose con besos de los señores de bata blanca.