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Con los primeros rayos del sol, pero con un día frío y nublado, apareció en la bahía de Palma la enorme mole del Symphony of the Seas, el buque de cruceros más grande del mundo. Se trata de un enorme resort en el mar de hasta doce pisos de apartamentos con terraza privada. Cuenta con 18 cubiertas y tiene una eslora de 362 metros por 66 de manga máxima.

Tras su primera singladura de posicionamiento desde los astilleros franceses de Saint-Nazaire (donde se construyeron los míticos trasatlánticos Normandie, France y Queen Mary 2), el nuevo buque insignia de Royal Caribbean inaugura ahora su primer crucero rotativo por el Mediterráneo con escala semanal en Palma. Hasta 20 autocares y una larga hilera de taxis esperaban a los cruceristas en la nueva terminal del Dique del Oeste.

Los otros puertos que visitará hasta octubre son Barcelona, que utiliza como base, con escalas en Francia e Italia y excursiones en Provenza, Florencia, Roma y Nápoles. En total brindará cerca de 30 visitas a Mallorca, que sumarán 160.000 turistas.

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Aunque su capacidad asciende a 6.680 pasajeros y 2.200 tripulantes, ahora no navega al máximo de su capacidad, ya que en estos momentos tiene ocupadas 4.300 plazas, en su mayoría por parte de británicos y alemanes aunque con un buen número de orientales. Este buque ya es el cuarto de la clase Oasis establecida en 2009 y en la que con sus 228.081 toneladas es el mayor. Propulsado con tres hélices dobles en disposición azimutal, posee una potencia de tracción de 81.000 caballos de vapor para una velocidad de 22 nudos.

Entre las instalaciones más espectaculares a bordo, destaca una calle ajardinada con miles de plantas a cielo abierto y que centra la vida a bordo, con bares y restaurantes temáticos.

La oferta de ocio a bordo incluye desde una pista de hielo con un gran show acuático en su anfiteatro descubierto a popa, al espectáculo de Broadway Hairspray o el tobogán más alto en el mar. Algunos gadgets ya vistos en sus predecesores, como una enorme galería comercial, un bar servido por robots o una tirolina a una altura de más de veinte metros se añaden a la oferta de a bordo, que se vende como un destino en si mismo. Y es que a diferencia de otros cruceros, el Symphony of the Seas ha sido concebido más como un macrocomplejo hotelero en el mar. A tal efecto, carece de la cubierta de paseo o de grandes ventanales con vistas al mar.

Sus instalaciones son en su mayor parte interiores y solo las cubiertas más altas o los apartamentos ofrecen vistas al exterior. En tal caso, las suites en forma de loft de dos niveles constituyen el ejemplo más notable. Se trata de una tendencia cada vez más frecuente, que prima la vida de puertas a dentro y el consumo interno.