Tras desayunar en el restaurante del hotel Mamá donde se han alojado, y antes de desplazarse hasta Pollença para conocer Formentor y el Monasteri de Lluc, Víctor y Sofía nos confiesan que les ha supuesto su paso por el popular programa de cocina. «Nos ha cambiado la vida en todo», comentan ambos. Víctor, quien trabajaba en la Administración y es ingeniero de Telecomunicaciones, añade «Masterchef me ha permitido dar un giro total y a los 35 años he comenzado de cero para dedicarme a la cocina que es mi pasión desde los cuatro años». Por el contrario, Sofía, la concursante más joven de la última edición de Masterchef, estudiante de Publicidad, y una mujer con las ideas muy claras, comenta «yo sigo con mis estudios de Publicidad y Relaciones Públicas, que intentaré compaginar con nuestro trabajo en el restaurante de Jordi Cruz en Barcelona y siempre enfocado en el tema de la alimentación y la gastronomía». Ambos mantienen una particular lucha para que exista «una educación alimentaria en los centros escolares y mejora en sus comedores, aunque añade Sofía, «en muchas casas se come peor que en el colegio porque muchos padres no tienen la costumbre o tiempo suficiente para cocinar».
Cuando se les pregunta ¿en casa, a la hora de cocinar, competís?, (sonríe), «la verdad es que no cocinamos. Llegamos a las dos de la madrugada y lo que hacemos es abrir una tortilla envasada, un gazpacho o calentar un arroz brillante». Uno de los platos preferidos para Víctor, cocinarlo y comerlo, son «los canelones de San Sebastián. Incluso los comería cada día». Por su parte, Sofía confiesa que es una apasionada del arroz, «yo cocino arroz con todo lo que pille en la nevera. Me gusta el arroz de todo tipo».
De su paso por Masterchef, además de ser una experiencia muy dura para Víctor, «fue duro porque me puse un nivel muy alto de exigencia. Para mí no era sólo un concurso, era el cambio total de mi vida y eso me provocó mucha presión». Para Sofía había un claro ganador, «ganó Marta, pero creo que Víctor, cocinando, nos daba mil vueltas a todos. De hecho Jordi Cruz lo tiene en su restaurante donde cada día se cocina un menú de entre 10 y 22 platos diferentes». A lo que Víctor responde, «no sé si seré el mejor y si tengo o no talento, pero en aptitud no me gana nadie. La cocina es pasión».
Respecto a su estancia en Mallorca no han perdido un sólo minuto, aprovechando para recorrer toda la Isla y visitar algunos restaurantes, «nos ha costado encontrar lugares con cocina típica, incluso por el centro de Ciutat», comenta Sofía, quien se muestra muy crítica con los cambios que ha visto en Mallorca desde la última vez que estuvo. «He notado que hay masificación turística. Palma está demasiado llena de turistas al igual que Valldemossa o Deià, que me encantan pero ves como avalanchas de turistas salen de los autocares o coches de alquiler», y añade «lo comparo con Barcelona, y créeme que se de lo que hablo porque vivimos allí, aunque en un futuro me planteo marcharme porque no me gusta tener que entrar a comprar el pan o ir a tomar un café y que me atiendan en inglés».
Por el contrario, ambos están enamorados de la Isla, donde «aún quedan algunas playas o calas en las que se puede estar tranquilos», dice Sofía a quien los doblegats del Forn Sant Francesc, de Inca le han encantado. «Estuvimos visitando el horno que tienen y como hacen los doblegats. Es increíble».
A Víctor, por su parte, una de las cosas que más le gustaron, en este su segundo viaje a Mallorca, «han sido las cocas de patata».
Respecto al futuro, Sofía y Víctor tienen proyectos en común como editar un libro de cocina y algún trabajo audiovisual, «si conseguimos alguna productora que nos apoye». También, Víctor mira con optimismo el día en que pueda crear su propia cadena de restaurantes, «lo tengo bastante claro. Estará inspirada en la comida callejera del mundo».
En definitiva, una pareja que cocina con mucho amor.
4 comentarios
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Niños privilegiados y trabajando en restaurantes donde explotan a sus trabajadores. Víctor echándose flores cuando aún le queda mucho camino por recorrer. Sofía, lo mismo. Pero lo que importante es el caché y que salió una parejita del concurso. Esto parece GH. "y créeme, sé de lo que hablo", pues no sabes, maja.
Nueva hornada de jóvenes sobradamente preparados, los cuales, como no puede ser menos se permiten el lujo de soltar poles, ya que el título de ingeniero, junto con el grado de master... no sé qué te da esa licencia para pensar por los demás...
Trabajamos en restauración, nos alojamos en un hotel boutique en el centro de Palma pero..."no nos gusta el turismo". No es turismofobia, es xenofobia.
Todo iba bien hasta que han empezado con el discurso anti turista, y vosotros qué os creéis que sois? Para rematar el consejo de hermano mayor catalán pidiendo que aprendamos de Barcelona. Nada nuevo bajo el sol