Entrevista a Narciso Vila, enfermo de cáncer de páncreas. | Youtube Ultima Hora

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Narciso Vila tiene 70 años y en junio le detectaron un cáncer en el páncreas. Nos lo cuenta tras aparcar la bicicleta con la que ha llegado al bar en el que hemos quedado.

Se sienta en la mesa donde estamos esperándole y pide un café con leche. «Tenía dolores de estómago. Sí, dolores fuertes, por lo que fui a la clínica donde me hicieron una analítica, un TAC… El 22 de junio fui a conocer los resultados y la doctora me dijo que las noticias no eran buenas, ya que me había detectado un tumor en el páncreas. Luego me dijo que llamara a mi mujer. La llamé y cuando llegó, muy asustada por cierto, me dijo la doctora –aclara– que me quedaba entre tres meses y un año de vida con una serenidad absoluta, colocando las manos sobre la mesa y echando el cuerpo hacia adelante, continuó. Al escuchar aquello, se me quedó helada la sangre».

«Hay días que hago 25 km en bici»

Tras una breve pausa, continúa su relato. «Pero, antes de que transcurriera un minuto, cambié el chip. Hasta que llegue ese día, me dije, vamos a pasarlo bien. Y, sin más, me levanté y me fui directo a la clínica Miramar. Al doctor que me atendió le conté lo que me había dicho su colega. «¿Cómo te puede decir que te queda ese tiempo de vida por un simple TAC –respondió sorprendido–, cuando lo que tienes puede que no se pueda operar, pero sí prolongar, alargar, a base de quimio?».

Y así lo hice, tres sesiones de quimio al mes y me fui de vacaciones a Sancti Petri. ¡Como si no tuviera nada…! A la vuelta me hicieron más pruebas que confirmaron el tumor en el páncreas. «Pero si estás bien, puedes ir en bici, me dijo el médico. Puedes hacer vida normal hasta que tu cuerpo te diga basta».

Es más, me dijo que podía comer lo que quisiera, y que como soy diabético, que me pusiera más insulina… ¿Y qué ha pasado? Pues que desde que me lo dijeron me encuentro bien, y cuando mi cuerpo me avise... ¡pues ya veremos! Mientras tanto, cada día voy a comprar para mi restaurante, el Parrilla Duques, que tengo desde hace 42 años, y luego me doy una vuelta con la bici. Hay días que hago más de 25 kilómetros», afirma.

Narciso te lo cuenta como el que te cuenta que mañana se va de boda. «¿Y qué puedo hacer, sino esperar a ver cómo reacciona el cuerpo?. Mientras tanto, hablo del cáncer como del café con leche. Pienso que es algo que llevamos dentro y que un día despierta. Y cuando despierta, despierta y… Bueno, si uno se marcha y no vuelve, es señal de que a dónde va, no se está mal». La verdad es que alucinamos escuchándole. Sobre todo, por su positivismo, del que terminamos contagiándonos.

«Voy a vivir lo que me toque, y punto. Por eso, no hago planes. Si puedo ir en bicicleta a donde quiera, y trabajar en el restaurante... pues no me puedo quejar. Y, encima, duermo bien y la quimio no me afecta… ¿Sabe? Creo que todo –se toca la cabeza– es cuestión de coco. De mentalizarse. Mire, fumaba y bebía hasta que un día dije basta, y desde entonces no he vuelto a probar ni lo uno ni lo otro. Cuestión de coco, ya le digo… Bueno, también están mi mujer y mis dos hijos, que me apoyan a muerte».

Ya han pasado tres meses

Dentro del «no hago planes de futuro» incluye que no piensa ni en la esquela ni en el entierro. «Solo sé que me enterrarán en el cementerio de Sant Jordi, un lugar muy bonito, pero con un inconveniente: los aviones sobrevuelan el lugar y sus motores hacen mucho ruido». Sin embargo, ya piensa en que el día de su cumpleaños organizará un almuerzo en el que reunirá a toda la familia.

Narciso es de la ciudad catalana de Olot, «a donde pienso ir un día de estos, a ver a los amigos y familiares que tengo allí». Aunque más joven que él, conoce de toda la vida al exalcalde Fageda, que es también de Olot. «Recuerdo cuando cortejaba a Lola, su mujer, que era vecina mía. Hace tiempo que no veo a Juan, pero seguro que está bien».

Y vamos acabando. «Mi mujer está muy pendiente de mí –reflexiona en voz alta–. Incluso cuando me levanto por la noche a hacer un pis... ¿Estás bien?, me pregunta. Sí, le digo. Tranquila. El día que no lo esté, te darás cuenta».

Narciso Vila paga la consumición, se coloca el casco de ciclista, se monta en la bici y, antes de empezar a pedalear, nos dice: «Ya han pasado tres meses. Vamos a ver qué sucede en los nueve que me quedan, pues me dio de vida entre tres meses y un año».