«Recuerdo que fuimos a ver un par de casas para comprar y finalmente se decidió por este chalet en Santa Ponça», comenta el propio Sebastià Pons, quien conocía bien a Alexander McQueen y quien tenía, además de las llaves de la vivienda, su propia habitación.
La casa iba mucho con el estilo del diseñador. «McQueen no vino a buscar una casa típica mallorquina. Quería algo más de su estilo, incluso esta parecía la casa que él tenía en Londres, de líneas diáfanas, moderna con mucho cristal, mármol, etc. Yo le desaconsejé comprar esta casa por el precio que le pedían. Si es verdad que la han vendido por 2,45 millones de euros, me parece ridículo. Le aconsejé mirar otras cosas más grandes, incluso una que tenía mi padre en s'Alqueria Blanca de 12.000 metros cuadrados, que le interesó mucho pero finalmente decidió comprar esta».
La vivienda, reformada en 2015, tiene cinco dormitorios y tres baños en una superficie de 450 metros cuadrados. También tiene dos terrazas, piscina y un garaje. La vivienda, según Engel&Volkers, se asienta en un terreno de 900 metros cuadrados.
«La verdad es que en la terraza junto a la piscina sólo cabían dos hamacas», comenta Pons, quien confiesa que no todo fueron buenos momentos en esa casa. «La última vez que vi a Alexander fue en ella, en marzo de 2009. Aquella noche me confesó en una conversación en la terraza que se quería suicidar. Yo le veía fatal, me dijo cosas como que ‘me he construido una cárcel de oro, me he convertido en mi peor pesadilla, antes era libre y ahora no lo soy'».
En la casa se dieron cita famosos del mundo de la moda, como Kate Moss o su musa, Annabelle Neilson, fallecida el pasado año.
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