Un libro analiza cómo ha sido la gestión económica de la Casa Real desde la llegada de Felipe VI. | Efe

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Un análisis de la gestión económica de la Casa Real desde la llegada de Felipe VI al trono concluye que esa actuación demuestra su voluntad de adaptarse a las exigencias de la sociedad contemporánea y fortalece la legitimidad monárquica. Así lo asegura el catedrático de Derecho Financiero y Tributario y actual secretario general de Bolsas y Mercados Españoles, Luis María Cazorla, en su ensayo Legitimidad monárquica y gestión económica de la Corona.

Un libro que presentó personalmente al rey en una audiencia en el Palacio de la Zarzuela el pasado 21 de enero y en la que estuvo acompañado por el expresidente del Senado y director de la Cátedra de Monarquía Parlamentaria de la Universidad Rey Juan Carlos, Juan José Laborda.

Una conferencia de Cazorla en esa cátedra es el origen de esta obra, en la que subraya que la institución monárquica ha ido viendo disminuida su legitimidad histórica para ir cimentándola en el cumplimiento satisfactorio de normas jurídicas, en la gestión y en los beneficios que ésta reporte a la sociedad.

Se trata, según define el autor, de una «legitimidad de ejercicio o funcional», que consiste en que el rey cumpla con acierto sus tareas y que es la que cree que prevalece en monarquías actuales como la española.

La obra se detiene en analizar la gestión de los asuntos económicos que competen al rey, que considera que debe ser impecable no sólo en lo relativo a los fondos públicos que recibe, sino también en su vida económica privada y en la de quienes le rodean.
Por ello enumera tres pilares fundamentales de actuación en este ámbito: publicidad, transparencia y control.

Tras considerar un acierto que la Constitución regule que la cantidad para el sostenimiento de la familia real figure en los presupuestos generales del Estado, analiza los datos que ofrece la página web de la Zarzuela respecto al desglose de sus gastos y asegura que cumplen con el principio de especialidad y unidad.

Asimismo, compara la dotación presupuestaria de la monarquía española con otras europeas y con jefaturas de Estado republicanas para concluir que es la menor de todas ellas.

Algunos datos

Por ejemplo, los 7,8 millones de euros que en el 2018 se asignaron en España a la Casa del Rey contrastan con los 48,1 del Reino Unido, los 40,1 de Holanda, los 30 de Noruega, los 13,6 de Dinamarca, los 12,9 de Suecia, los 11,1 de Bélgica o los 10,1 de Luxemburgo, según los últimos datos recopilados por el autor.

Cazorla afirma que «la jefatura de Estado monárquica en España cumple a satisfacción tanto con la contención como con la austeridad, en especial desde un punto de vista comparado, en el terreno presupuestario».

De la misma forma destaca la relevancia de varios documentos impulsados por el rey tras su proclamación. En concreto, cita el que fija los criterios de actuación de los miembros de la familia real y de las actividades de la Casa del Rey, el código de conducta del personal de la Casa y la normativa sobre regalos.

Como conclusión general, Cazorla subraya que desde que Felipe VI accedió al trono «se ha progresado mucho y bien en la incorporación de técnicas y procedimientos propios del sector público al actuar de la Casa del Rey». «Esto es muy positivo, va con los tiempos, es exigencia del Estado de derecho y beneficia a la legitimidad monárquica funcional o de ejercicio», añade.

No obstante, considera que hay algunos aspectos susceptibles de mejora, sobre todo en la vertiente formal o de presentación, y cree que, por ejemplo, debería perfeccionarse la publicación de los datos en la página web de Zarzuela para que tuvieran más claridad.
También defiende que debería mejorarse la rendición de cuentas de los ejercicios del presupuesto de la Casa del Rey.

El texto, según asegura en su prólogo Juan José Laborda, es «una de las reflexiones intelectuales más importantes que se han hecho sobre la monarquía de la Constitución de 1978». Al mismo tiempo afirma que Felipe VI ha logrado con su ejemplo incrementar su legitimidad como jefe del Estado y sucesor de don Juan Carlos, y se hace eco de lo que considera una paradoja.

«Las virtudes republicanas de gobierno sometido a las leyes y de la austeridad de las autoridades públicas, que pusieron como ejemplo Cicerón en la antigüedad o Alain en el siglo XX, se encuentran en nuestro tiempo -asegura- en la monarquía parlamentaria del rey Felipe VI».