Nació el 31 de agosto de 1939 en el piso de arriba del Café España, «que mi padre adquirió en 1929 al dueño anterior, que era de Can Vinagre –por ello, al bar se le conocía como Can Vinagre–. Me contaron cuando era niño que mis padres utilizaban la parte del fondo como refugio durante la guerra».
Mateo fue a escuela hasta los 13 años y partir de entonces siempre estuvo en el bar. «Yo vi tirar el trozo de muralla que daba a Cardenal Pol. Junto a ella había un gran solar, en el que se levantaba una fábrica de cremas, otra de cartón, había un hombre que hacía ruedas de carro, una carbonería y una vivienda… Me acuerdo que por delante del bar pasaba el tranvía en dirección a Vía Roma, y además circulaban coches, motos y bicicletas. Yo no lo llegué a ver, pero cuando estaba la plaza de toros donde ahora está la pista de patines, los picadores, montados en sus caballos, esperaban en la calle Oms, por entonces de tierra y sin aceras. El tranvía todavía no pasaba por ahí. Y cuando pasó ya había aceras». ¡Ah! Y un día vio pasar por delante del bar a Franco, que iba en un coche descubierto saludando a la gente que le aclamaba. «Eso fue cuando tendría 7 años», aclara.
Mientras tanto, el café seguía su ritmo diario. En los años 50, en él se celebraron campeonatos de parchís y dominó, y los cafés costaban 80 céntimos de peseta… El 1 de enero de 1973, Mateu tomó las riendas del Café España, al que cambió el nombre por el de Bar España.
Al construirse la pista de patines, se despertó la afición por el patinaje. «Todos íbamos a patinar, mayores, jóvenes y niños. Y el patinaje trajo el hockey de patines. Yo empecé a jugar porque un día me puse de portero, y ahí seguí hasta que lo dejé. Jugué en el Ciudad Jardín, Bellver y Mallorca, y más tarde fundé el España. Posteriormente fui árbitro del campeonato de hockey que organizó el Frente de Juventudes, luego entrené el Oasis y posteriormente formé parte del Comité de la Federación Balear de Hockey, desde donde organicé diez equipos».
Mateu recuerda otros sucesos que ocurrieron en la calle Oms y alrededores. El primero fue la conversión de la pista de patines en pescadería debido a las reformas que hicieron en la del Olivar. Estuvo ahí durante dos años, por lo cual la actividad de patinaje, durante ese tiempo, desapareció. El segundo fue el cambio a calle peatonal, «en lo cual no estuvieron de acuerdo mucho empresarios, pues pensaban que al no pasar coches saldríamos todos perjudicados. Yo estaba con el grupo de sí a la peatonización, pues pensaba todo lo contrario, que sin coches, la gente vendría a pie. Pero como no nos poníamos de acuerdo optamos por la votación, que hicimos en la ONCE, que estaba aquí al lado. Y ganamos nosotros. ¿Y qué ha pasado…? Pues que todo ha ido a mejor. El promotor de la idea fue el alcalde Ramón Aguiló, y quien inauguró la calle peatonizada fue el alcalde Fageda».
2 comentarios
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Sí, a Ramón Aguilo le costó la alcaldía peatonizar los olmos y a Calvo le costó la alcaldía peatonizar blanquerna.
salut i per molts d´anys