Florentino Fernández, en una imagen promocional.

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Florentino Fernández (Madrid, 1972) actúa este sábado junto a José Mota y Santiago Segura en el espectáculo El sentido del humor. Dos tontos y yo, que representarán en doble función en el Auditòrium de Palma.

¿El sentido del humor es el menos común de los sentidos?
— Pues parece que sí, que es menos común que el sentido común y habría que ponerlo en práctica más.

Comparte escenario con Mota y Segura. ¿Por qué se unieron?
— Principalmente porque cada uno somos admiradores de los otros dos y nos lo pasamos muy bien juntos. Por diferentes compromisos de los tres no ha sido fácil cuadrar agendas hasta que decidimos que el sábado iba a ser nuestro día de actuación.

Y encima doblete.
— Sí, estamos muy contentos por tener que hacer dos funciones. Palma se quedó fuera en la primera temporada que hicimos pero no podíamos faltar y la repuesta ha sido muy buena.

El espectáculo tiene el subtítulo de Dos tontos y yo.
— Antes de que siga con la pregunta le diré un secreto. Yo soy yo, así que ya sabe quiénes son los dos tontos (risas).

Saltó a la fama con Pepe Navarro. ¿Le gustaría que volviera a la televisión y le llamara?
— Que vuelva a la televisión me encantaría. Es más, creo que debería volver. En cuanto a que me llame lo veo más difícil.

¿Cuándo se dio cuenta de que podría vivir haciendo reír?
— Pues la verdad que todavía no lo sé. Es verdad que de pequeño era el típico niño que hacía reír, imitaba a los profesores y era un poco o bastante payaso. Y la vida me ha ido llevando por el camino del humor.

Una pregunta que no le habrán hecho nunca. ¿Se puede hacer humor de todo?
— Sí, creo que sí, pero depende del contexto. Un chiste o una historia graciosa a las dos de la mañana con dos copas en el cuerpo no lo puede ser tanto en la comida familiar del domingo.

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¿Es más de chistes o de contar historias?
— A mí me gusta hablar de la vida, así que me gusta más contar historias.

Elija otros dos compañeros de profesión para compartir escenario.
— Ufff, le podría decir muchos porque en España hay excelentes humoristas. No me haga elegir sólo a dos.

Los humoristas tienen fama de ser gente muy seria.
— Sí, pero creo que es un poco pose para que la gente no piense que somos gilipollas perdidos.

¿Le cansa que la gente le pida que haga gracias cuando no está sobre un escenario?
— La verdad que no. Antes se cansará la gente de las gracias que haga yo.

Ha pasado por diversos estados de popularidad.
— Sí, el personaje de Krispín Jander Klander de Esta noche cruzamos el Missisipi fue una locura. Luego, en los diferentes proyectos que he trabajado, ha habido unos que han funcionado mejor y otros no tan bien.

¿Y cómo se lleva el estar en la cresta de la ola y luego ‘desaparecer'?
— Es algo que hay que tener en cuenta y que no sólo ocurre en nuestra profesión. Lo importante es no creerte que eres el mejor del mundo cuando las cosas van bien y no hundirte si el proyecto no funciona.

¿Los mejores proyectos son los que luego funcionan o no?
— Siempre que me meto en un proyecto creo que es buenísimo. Si luego va mejor o peor es algo que depende del público y encontrar la tecla no es nada fácil.

¿Se ríe mucho en el día a día?
— Bastante, pero sonrío más que río. La sonrisa es muy importante.