Jaime Frau (izquierda) y Jorge Godoy, en el exterior de la joyería. | Pere Bota
Lo importante lo hacemos de inmediato. Para los milagros, tardamos algo más. Este cartel, colgado en una de las paredes, ha sido el lema durante los 41 años que ha estado abierta la joyería Gofra, situada en el número 9 de la calle Volta de la Mercè, de Palma, y que este viernes bajó definitivamente la persiana. «La sensación es de alegría, pero con cierta nostalgia», confiesa Jaime Frau, uno de los socios. El otro 50 por ciento del negocio correspondía a su amigo y después familiar Jorge Godoy. «Llegué de Argentina hace también 41 años. Allí era joyero y tenía a mi cargo 23 operarios, pero estaba cansado de la delincuencia y de los robos que sufría y lo dejé y me vine a Mallorca con la idea de dedicarme a otro trabajo diferente. Conocí a la que fue mi primera mujer, ya fallecida, que era prima hermana de Jaime, y nos convertimos en socios y en familia», explica Godoy en la trastienda mientras su socio no para de atender a los últimos clientes.
6 comentarios
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Jooooo que mala pata, ahora que me queria comprar un reloj
Jorge, ha sido el mejor engastador que ha tenido Mallorca. Enhorabuena a Jorge y a Jaime, disfrutar de vuestra jubilación.
Toda a quella zona se muere(Zona Velazquez,Galerias Avenida,Los Geranios), son una manera antigua de comercio,son locales que estan perdiendo valor y sobran locales en todas las zonas, además de los que hay cuando se contruyen pisos todos los bajos son locales,esto en tiempos de crecimiento bien, pero en estos tiempos lo unico que se conseguira sera crear cementerios de locales al estilo cementerio de elefantes.
Amén de la globalización y de la competencia de las multinacionales, los pequeños comercios tienen que cerrar cuando se jubilan quienes los regentan porque en muchos casos los hijos prefieren estudiar una carrera u opositar para funcionario que heredar el negocio de sus padres. Como si se tratase de una deshonra.
Hoy en día todo se hace por INTERNET y si no dispones de wathsapp la gente te ignora.
Los años que no perdonan a nadie, la baja en las ventas y este principio de punto final en que han convertido la calle Velásquez y alrededores, han hecho el resto. En alguna ocasiones he estado en aquel establecimiento. Salud y muchos años para disfrutar, si es que estar jubilados es un disfrute, los años que ahora vienen.