Los investigadores han comprobado que sus hallazgos pueden servir tanto para mejorar el diagnóstico de los gliomas como las terapias, y confían en que el descubrimiento sirva para rebajar la agresividad de los tumores con peor pronóstico y para ralentizar la progresión de los menos agresivos.
La investigación, cuyos resultados publicó este jueves la revista Science Translational Medicine, la han llevado a cabo científicos españoles del Instituto de Salud Carlos III de Madrid (Ministerio de Ciencia), de la Asociación Española Contra el Cáncer, el Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED), el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (Madrid), y médicos e investigadores del hospital madrileño 12 de Octubre o el Vall d'Hebron de Barcelona.
Aunque suponen solo el dos por ciento de los tumores cerebrales, los gliomas causan el 7 por ciento de las muertes por cáncer, ha recordado el Instituto de Salud Carlos III, que ha detallado que esta patología es además resistente a la quimioterapia y a la radioterapia y ha destacado por ello la importancia del descubrimiento como punto de partida «muy importante» para diseñar nuevas estrategias terapéuticas.
Los investigadores han comprobado que una proteína (TAU), relacionada con diversas patologías degenerativas en el cerebro, está también presente en las células de los gliomas, y han comprobado que en estos tumores esa proteína estaría regulando la capacidad que tienen las células tumorales para promover la formación de nuevos vasos sanguíneos.
Cáncer de mama
El Instituto de Salud Carlos III ha recordado que los pacientes diagnosticados con los gliomas más agresivos tienen un índice de supervivencia muy bajo, de en torno a los 15 meses, y ha observado que los resultados revelan que la proteína «Tau» está presente en los tumores menos agresivos y su presencia se pierde a medida que aumenta el grado de malignidad del tumor.
«Nuestros resultados sugieren que imitando la función de esa proteína con compuestos como los taxanos, que ya se usan en otros tipos de cáncer como el de mama, se podría rebajar la agresividad de los tumores de peor diagnóstico y hacerlos más sensibles a terapias convencionales», ha explicado la investigadora de este Instituto Pilar Sánchez Gómez.
El hallazgo abre la puerta a nuevas terapias basadas en el empleo de compuestos que ya están aprobados para su uso en otros tipo de cáncer e incluso en la utilización de fármacos que hubieran sido inicialmente diseñados para pacientes con enfermedades neurodegenerativas.
El argentino Ricardo Gargini, investigador del CSIC en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, ha señalado que en un periodo de tiempo «prudencial» este descubrimiento podría tener importantes implicaciones, tanto a nivel de diagnóstico como a nivel terapéutico, y generar mejoras en el tratamiento de este tipo de tumores, para los que las terapias actuales no son eficaces.
La investigadora Pilar García ha precisado que la investigación está en una fase «pre-clínica», y ha advertido que uno de los principales hándicap en el tratamiento de los gliomas es que son muy heterogéneos, lo que dificulta el desarrollo de los ensayos clínicos, por lo que una mejor clasificación de los tumores servirá para optimizar el uso de fármacos que están ya dando muy buenos resultados en otros tipos de cáncer.
Farmacéuticas
Los científicos están ahora revisando muestras de otros ensayos clínicos para ver posibles correlaciones con sus resultados; trabajando con radiólogos para encontrar puntos de unión con los datos de las resonancias magnéticas de los pacientes; y con las empresas farmacéuticas que distribuyen los derivados de los taxanos que sean capaces de llegar al cerebro, para comprobar su interés en un posible ensayo clínico con pacientes con glioma, ha informado Pilar García.
El objetivo, ha precisado, es conseguir establecer una colaboración con esas empresas farmacéuticas para comprobar en un número más amplio de modelos animales el posible efecto antitumoral de esos compuestos antes de intentar llevarlos a la práctica clínica.
Pilar García ha explicado que cuando un fármaco ya está aprobado para un uso se agilizan muchos los trámites para utilizarlo en otra enfermedad, aunque se trate de un uso «compasivo», sobre todo en casos como un cáncer con tan mal pronóstico como los gliomas.
La investigación, en la que participado numerosos centros de investigación y universidades públicas y privadas de España y Estados Unidos, ha contado con fondos y financiación del Gobierno, de la Asociación Española contra el Cáncer y del National Institutes of Health del Departamento de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos.
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