Joaquín Reyes,en unaimagen de promoción.

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Joaquín Reyes (Albacete, 1974) lleva 20 años haciendo reír desde los tiempos de Muchachada Nui y La Hora Chanante. Una muestra de ese humor que se mueve entre lo absurdo y lo surrealista, y que a veces también se le llama inteligente, se podrá ver el sábado 15 de febrero en el Auditòrium de Palma con su espectáculo Festejen la broma.

Usted es licenciado en Bellas Artes. ¿De qué le ha servido para su carrera artística?
— La facultad de Bellas Artes de Cuenca era muy especial porque estaba volcada en el arte contemporáneo y también era muy conceptual. Allí me enseñaron que hay que desarrollar tus ideas y articular un discurso propio, que al final es lo que he hecho en mi carrera profesional. Además, en los espectáculos o decorados cuido bastante los elementos gráficos, lo visual.

Viendo programas de cómo era la televisión antes, ¿no le parece que se arriesgaba más que hoy en día?
— El humor está mejor que nunca, aunque es verdad que en la televisión de los 80 se vivió una sensación de libertad mayor, pero porque eran los primeros años tras la dictadura. Por ejemplo, La Resistencia es un programa bastante libre.

¿La expresión ‘políticamente correcto' le da urticaria?
— Hay que ser responsable de las bromas que uno hace y la gente tiene todo el derecho a decir que una broma le ha molestado, faltaría más. Los cómicos no estamos blindados contra la crítica, y el humor no lo justifica todo.

¿Se puede hacer humor de todo?
— Sí, pero lo importante es el enfoque. Yo, personalmente, tengo mis límites. Que una broma sea racista o no depende precisamente de ese enfoque.

¿Cuándo se dio cuenta de que podía vivir del humor?
— Yo estaba trabajando muy a gusto como ilustrador y diseñador en la editorial SM, que sobre todo tocaba libros de texto y literatura juvenil, y me contrataron en Paramount Comedy. Al principio, para hacer monólogos, y luego para un programa, La Hora Chanante. Éramos un grupo diletante que trabajábamos en un ambiente de mucha libertad. En ese momento, pensé que si querían un programa así, lo iba a dar todo e iba a llevar esta idea lo más lejos posible. Siempre he pensado que si no me iba bien, volvía a la editorial a dibujar y tan ‘rebién'. Ya llevo más de 20 años en este oficio, pero mantengo la misma ilusión, aunque suene un poco cursi decirlo.

¿Qué tiene Albacete para tener una cantera tan prolífica de humoristas?
— De Albacete son también Raúl Cimas, Ernesto Sevilla, Pablo Chiapella, Goyo Jiménez... y también José Luis Cuerda, recientemente fallecido, que filmó la mejor comedia del cine español, Amanece que no es poco. Ese humor, entre costumbrista y absurdo que refleja la película me fascina. Y si abrimos el territorio a Castilla-La Mancha, nos encontramos con Julián López, José Mota, Millán Salcedo y Pedro Almodóvar, que ha dirigido también grandes comedias. En La Mancha hay mucha retranca, somos gente guasona, a la que le gusta hacer bromas y que utiliza mucho la ironía.

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¿Cree que son mejores los cómicos de antes que los de ahora?
— Los nuevos cómicos jóvenes de ahora son mejores que nosotros cuando empezamos. Nuestros primeros monólogos eran de asuntos como ‘por qué las mujeres van juntas al baño', un tema que a nadie se le ocurriría en la actualidad porque está más que superado.

¿Cómo se le ocurre una historia?
— Me gusta mucho poner la oreja y agudizar la vista. Hay que hablarle a la gente de situaciones en las que se reconozca. Y la evolución personal es fundamental. Yo ahora tengo hijos y tengo que hablar de ello.

Imagine que pudiera ir a un teatro a escuchar a tres humoristas que usted eligiera. ¿Quiénes serían?
— Miguel Gila, Tip y Coll y Andy Kaufman.

¿Es más fácil hacer humor de la derecha que de la izquierda?
— Todo el mundo tiene su ideología y puede que haya más cómicos de izquierdas. Y creo, por otra parte, que la derecha da más motivos para hacer bromas que la izquierda.

¿De qué imitación se siente más orgulloso? ¿Se le ha resistido alguna?
— La del president Quim Torra de El Intermedio fue una gran parodia, lo mismo que la de Manuela Carmena. Y no se me ha resistido ninguna imitación porque las he hecho todas iguales, con mi acento manchego particular.

El recuerdo de los Goya

Joaquín Reyes presentó junto a su paisano Ernesto Sevilla la gala de los Premios Goya de 2018. Ambos humoristas recibieron un alud de críticas. «No le tengo ningún resquemor a la gala. Al contrario. El año pasado participamos en la pieza que abría y este año dimos el premio al mejor maquillaje y peluquería, que, además, fue a Nacho Díaz, un amigo que desde los inicios de mi carera ha estado conmigo. Él me puso la primera peluca».

Reyes defiende el trabajo realizado por Andreu Buenafuente y Silvia Abril. «Lo han hecho muy bien y no entiendo las críticas que han recibido en esta edición. La gala de los Goya es muy larga, el ritmo es cansino, no se oyen bien en casa ni las risas ni los aplausos de la gente. Y no hay que olvidar que es una entrega de premios, no un show».