Pantallas y tecnología para aprovechar el espacio en esta moderna e inteligente casa en Santa Ponça. | P. Pellicer

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Camas que se mueven, aparatos de televisión que surgen de dentro de un mueble, un pequeño huerto que entra por la ventana de la cocina, una cocina que aparece y desaparece, un espejo de un armario que permite verte por delante y por detrás; chimeneas que lo parecen, pero no lo son, un aparato para quitar el sudor de los guantes de boxeo o un cubo de madera con luces led sujetado por un solo punto para guardar bicicletas y patinetes, eléctricos por supuesto, son algunas de las ‘virguerías’ tecnológicas que han construido con sus manos los arquitectos rusos de origen ucraniano Oleg Kvashuk y su pareja, Violetta Podets, en su casa de Santa Ponça. «Llevamos juntos 35 años, pero no hemos tenido tiempo de casarnos», explica Oleg. Esta afirmación puede parecer exagerada, pero lo cierto es que no han parado desde hace muchos años.

Oleg y Violetta han vivido 25 años en Moscú, estudiaron en Londres y Barcelona, han residido diversas temporadas en Varsovia, Toronto y Barcelona. Oleg es ingeniero optoelectrónico y Máster en Arquitectura Avanzada, curso que también hizo Violetta, bióloga de primera profesión. «La arquitectura avanzada abarca disciplinas como genética, filosofía moderna y algo de física cuántica», explica Oleg.

La pareja se gana la vida como arquitectos, pero tienen diversas pasiones, entre las que se encuentra ésta de dotar con tecnología a su hogar. «La gente puede pensar que estamos locos y quizás un poco sí que lo estemos», bromea Oleg. Para ellos, lo prioritario es que todo lo que construyen (primero elaboran la idea y le dan forma en el garaje de la casa, pero luego ésta se plasma en una nave del Polígono Son Castelló) sea práctico y útil.

Además de la tecnología, son unos apasionados de la madera, que también trabajan, consiguiendo piezas increíbles, como la encimera de la cocina que esconde una mesa y un gran espacio para almacenamiento de botellas.

Oleg y Violetta viven en Santa Ponça desde hace unos siete años. «Mi hermana hace más tiempo que reside en Mallorca y me encanta la Isla. Vimos esta casa y no dudamos en comprarla».

Sin parar

Cuando era un niño, Oleg fue campeón de la URSS de una disciplina que juntaba diversos ejercicio físicos con pruebas de radioaficionado. Junto a Violetta, ha destacado también como pareja de baile –llegaron a ser sextos en un Campeonato de Europa–, son expertos tiradores tanto de pistola olímpica como de tiro con arco, boxean y Violetta se está sacando el título de piloto de avioneta, algo que ya ha conseguido Oleg. Si esto les parece poco, durante 10 años también ejercieron de fotógrafos profesionales y en cinco ediciones fueron los encargados de elaborar los calendarios para la firma Mitsubishi.

También les dio tiempo a instalar la primera radio FM en Ucrania, así como la supervisión de la instalación de la primera televisión privada en ese país. «No somos más inteligentes que otros. Todo está en nuestro cerebro, sólo tenemos que encontrarlo», asegura Oleg mientras cierra la puerta de su casa a la que sólo se puede acceder a través de una huella dactilar.