La organización de atención directa a la infancia subraya que la salud mental de los niños y las niñas es especialmente vulnerable en momentos de crisis como el actual, y explica que los niños que han pasado por cuarentenas han llegado a mostrar niveles de estrés postraumático cuatro veces superiores a la media de aquellos que no habían estado confinados.
Niños y niñas pueden responder a una situación difícil o inquietante de diferentes maneras: aferrándose a sus padres o cuidadores, sintiéndose ansiosos, retraídos, enfadados o agitados, teniendo pesadillas, orinándose en la cama o manifestando cambios frecuentes de humor, entre otros.
Para ayudar a los más pequeños a lidiar con el estrés durante el confinamiento se recomienda una serie de comportamientos:
- Fomentar la escucha activa y una actitud de comprensión hacia ellos.
- Crear un entorno más sensible y afectuoso que de costumbre a su alrededor.
- Ayudarles a encontrar formas positivas de expresar sentimientos que les inquieten, como la ira, el miedo y la tristeza.
- Contarles lo que está sucediendo, dándoles información clara y adaptada a su edad sobre cómo reducir el riesgo de infección y permanecer seguros.
- Mantener las rutinas y los horarios regulares o crear otros nuevos que incluyan el aprendizaje, el juego, el ejercicio físico y la relajación.
- Siempre que sea seguro para ellos, garantizar que los niños están cerca de sus padres y familiares.
- Si están separados de sus padres o cuidadores habituales, asegurar un contacto regular y frecuente con ellos que les aporte confianza y seguridad.
Confinamiento y salud mental
La guía publicada por Aldeas Infantiles SOS también describe los posibles efectos que el brote de COVID-19 y el confinamiento pueden tener en la población a corto y largo plazo. Así, el documento indica que es normal sentirse triste, angustiado, preocupado, confundido, asustado o enfadado durante una crisis; y que mantener la calma, organizar una rutina diaria y tratar de mantenerse positivos es clave para proteger la salud física y mental y para conseguir aceptar nuestras emociones y controlarlas.
Entre los primeros efectos negativos se encuentra el temor al contagio, la preocupación por el bienestar de los seres queridos, en especial de niños y mayores, y un empeoramiento de la salud física y mental de las personas más vulnerables. Es particularmente traumática la imposibilidad de acompañar a los familiares enfermos en sus últimos momentos y de asistir a funerales o participar en otros rituales sociales que ayudan a las personas a sobrellevar el duelo.
Más a largo plazo, esta situación puede generar el deterioro de las redes sociales, desconfianza de la información que nos proporcionan e incluso un posible estigma hacia pacientes que sobreviven e incluso hacia determinadas nacionalidades o colectivos por miedo al contagio.
En un tono más positivo, Aldeas Infantiles SOS asegura que algunas personas pueden tener experiencias muy positivas, como el orgullo de encontrar formas de afrontarlo y la resiliencia.
1 comentario
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Y de las madres???🤣🤣🤣