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El 23 de abril es un día concurrido. No solo se celebra Sant Jordi y el Día del Libro, también es el Día de Castilla. Justo en este día cobra más relevancia la localidad vallisoletana de Villalar de los Comuneros, epicentro del Día de Castilla y León, por ser este el aniversario de la batalla de Villalar, decisiva en la Revuelta de las Comunidades de Castilla.

Esta revuelta, conocida también como la revuelta de los Comuneros, fue un levantamiento popular contra la Corona que tuvo lugar entre 1520 y 1521, protagonizado por las ciudades del interior de la Corona de Castilla a comienzos del reinado de Carlos I.

Un especial protagonismo en este episodio tuvieron las ciudades de Toledo y Valladolid y su carácter ha sido objeto de un agitado debate historiográfico, con posturas y enfoques contradictorios. Así, algunos estudiosos califican la Guerra de las Comunidades como una revuelta antiseñorial; otros, como una de las primeras revoluciones burguesas de la Era Moderna; y otra postura defiende que se trató más bien de un movimiento antifiscal y particularista, de índole medievalizante o retrógrado.

La revuelta de los Comuneros tuvo su particular réplica más allá de Castilla, en Valencia y Mallorca, los agermanats en las llamadas Germanies, cuyos principales líderes fueron aplastados y ejecutados por el poder real, como les ocurrió también a los agitadores castellanos.

En cualquier caso, desde la aprobación del estatuto de autonomía castellanoleonés, en 1983, el 23 de abril quedó designado como fiesta oficial de la comunidad, aunque su simbología se remonta a siglos atrás.

El espíritu de los Comuneros ha suscitado la admiración por parte de los sectores progresistas desde el siglo XVIII, pasando por los episodios republicanos, y se mantuvo durante el estallido del germen autonomista de la década de los setenta del siglo pasado.

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