Las empresas españolas han pasado, por norma general, de ser reticentes a la hora de implantar las medidas que permitieran desarrollar las funciones laborales en casa, a fomentarlas durante estos dos meses. | Archivo

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Eva cumplió 40 primaveras hace unos días. En una situación normal, tan insigne onomástica se hubiese celebrado a lo grande, pero la pandemia le hizo desistir y conformarse con el regalo de su chico y un vermut en la terraza. No hay mal que por bien no venga. Lo que no esperaba era encontrarse en la pantalla de su ordenador hasta una veintena de amigos repartidos por todo el globo terráqueo: unos a escasas dos calles de su casa y otros en Son Caliu; pero también en Galicia, Madrid, Valladolid, Montpelier y hasta en Tasmania. Cosas de la globalización bendecida por la tecnología. Todos ellos reunidos para brindar por el aniversario a través de una plataforma de vídeo y audio conferencia online que ninguno conocía hasta hace unas semanas.

A la misma hora, en otro rincón de Palma, Marga charla desde su confinamiento vía Skype con su novio, al que no ve en persona desde febrero, en su encierro madrileño. En el Vivero, Daniela y su hija de dos años matan el tiempo del encierro cocinando un pastel, siguiendo paso a paso las indicaciones de la abuela, que vive en s'Indioteria, por vídeo llamada. Mientras que Mireia Colom, docente de 5º de Primaria en el colegio El Temple, da los últimos retoques en su ordenador al planning semanal de estudios que lleva preparando todo el fin de semana, y que enviará a sus alumnos a última hora del día.

Mireia, como tantos profesores del país, se ha visto obligada a cambiar su estilo de enseñar, basado en el aprendizaje cooperativo, para aprender sobre la marcha nuevas formas de comunicación con sus estudiantes. La media de tiempo sentada frente al ordenador ronda las cinco o seis horas. No se las quita nadie. Y tiene dos hijos pequeños que también estudian, leen, se divierten… y la red siempre está presente. La docente no duda en confesar que no sabrían qué hacer sin una herramienta como internet para dar clase: «¿Qué haríamos? Sería complicado. ¿Entregamos fichas que hay que recoger de modo presencial o a través de Correos?», se pregunta.

Aprende en línea: Profesorado, alumnado y progenitores se adaptan a la nueva forma de aprender online. Pero el confinamiento también pone de manifiesto la brecha digital del alumnado.

Infraestructura a prueba

Casi dos meses después de la declaración del estado de alarma, cada vez queda más patente que la crisis está trastocando los hábitos de vida. Curioso resulta destacar que hayamos redescubierto el teléfono fijo, ese aparato que cogía polvo en casa, y ha vuelto a usarse diariamente. Durante los primeros quince días del confinamiento el uso del teléfono fijo aumentó hasta un 70 por ciento, aunque ahora se ha estancado en un 40 por ciento. El sábado 28 de marzo, por ejemplo, según datos de Telefónica, Baleares registró un aumento en el uso del teléfono fijo del 131 por ciento respecto a un sábado normal. Ver para creer. Otro indicador más de que la sociedad balear adopta nuevos hábitos. «Una decisión responsable de los consumidores, porque con el volumen de llamadas que hemos soportado, especialmente durante las dos primeras semanas de confinamiento, probablemente se hubiese saturado el sistema», agrega Joan Riera, director técnico del operador local de telefonía e internet Conecta balear.

Por su parte, Ramón Roca, director general de Modernización y Administración digital, valora positivamente la «robustez» de la red en las Islas y recuerda que Baleares es una de las comunidades donde más se ha implantado la fibra óptica, gracias a las líneas de ayuda que se ofrecieron a los diferentes operadores en 2018, y que pretenden reforzarse este mismo año. Así, las Islas han pasado de contar con 120 zonas blancas, o lo que es lo mismo, sin velocidad ultrarrápida de internet, a 19 en tan solo dos años; nueve de ellas situadas en Mallorca, y todas ellas coinciden en tener menor densidad de población, como Escorca, Estellencs, Portals Vells (Calvià), la urbanización s'Estanyol (Artà), Son Coll (Deià), Baix des Puig (Bunyola), Alconàsser (Sóller), Habitat (Pollença) y La Costa (Santanyí).

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Como apuntan desde Telefónica, alrededor del 80 por ciento de los hogares de Baleares ya cuenten con cobertura de fibra óptica, cifra que llega al 99 por ciento en el caso de la cobertura 4G, «lo que convierte al Archipiélago en las islas mejor conectadas de Europa», señala Bruno Vilarasau, director de Servicios Digitales y AAPP de Telefónica Mediterráneo.

Vida 'online'

Los estudiantes reciben clases virtuales, muchos hemos descubierto el teletrabajo y la pantalla del móvil o el ordenador se han convertido en nuestro aliado para evitar el contagio y mantener el contacto con nuestros seres queridos en la distancia. La vida online cobra cada vez más fuerza. Además, con cuatro paredes como frontera, las opciones de esparcimiento para escapar de la monotonía diaria se reducen, y lo más sencillo es tirar del móvil u ordenador. Videollamadas, cañas en la red o simplemente una llamada de teléfono se han convertido en uno de los pocos reductos de normalidad que todavía se mantienen en medio de la crisis sanitaria. «Toda una prueba de fuego para la red española, que está cumpliendo con nota su cometido», recalca el portavoz de Conecta balear, Joan Riera, que ofrece un dato llamativo para entender que internet se ha convertido en un bien de primera necesidad a la hora de afrontar el confinamiento: el tráfico de datos es ya superior a las cifras que manejaba este operador el verano pasado, época habitual de de picos de consumos en Mallorca, con el turismo funcionando a pleno rendimiento.

Joan Riera también nos ofrece una radiografía horaria de los picos del tráfico de datos en Mallorca: «Entre las 20.30 y las 23 horas la curva alcanza su máxima y comienza a descender a partir de esa hora. Pero lo llamativo es que se mantiene estable durante todo el día, la curva apena cambia, antes era diferente», afirma. Y las plataformas de streaming como Netflix, por ejemplo, son las reinas del ocio: cada noche, y hablamos solo de los clientes de este operador local y según sus servidores de cache, donde se descargan los contenidos más vistos, se consume una media de 6 gigabytes en visualizar productos de este servicio. Pero este dato solo es la punta del iceberg. Riera apunta a una cifra de descargas, solo de streaming, muy superior.

Ocio en ‘streaming': Las plataformas de 'video on demand', como Netflix, HBO o Disney +, se han convertido en las mayores beneficiarias del confinamiento por la COVID-19.

Otro operador local como FIBWI, especializado en telefonía móvil e internet, ha visto cómo variaban las necesidades de sus clientes. El uso de internet casi desaparece en las zonas turísticas de costa, ya que hoteles y centros comerciales languidecen ante la falta de turistas; lo mismo sucede en los polígonos industriales, mientras los picos de consumo se producen ahora en la Part forana, con la gente recluida en sus casas, pero intentando hacer una ‘vida normal'. FIBWI cifra el aumento del tráfico en internet en un 35 por ciento, mientras que se reduce en un 30 por ciento el consumo de datos móviles, ya que la gente se conecta al wifi de su domicilio. Durante el confinamiento están trabajando a todo trapo para mantener la calidad del servicio contratado, al tiempo que satisfacen la demanda de nuevos clientes: «Muchos de ellos son personas que no necesitaban internet en casa, y que ahora con el confinamiento solicitan el servicio porque sus hijos tienen que estudiar desde casa o ellos teletrabajar», señala Agustí Villalonga, portavoz de FIBWI.

El tráfico se dispara

Los datos sobre consumo en el Archipiélago que maneja Telefónica demuestran que el tráfico diario se ha disparado en comparación con el periodo anterior al estado de alarma. Si hablamos de banda ancha –internet en casa–, el consumo está siendo alrededor de un 20 por ciento superior al de un fin de semana normal y un 15 por ciento superior durante los días laborables. Si nos referimos al tráfico a través del teléfono móvil registrado durante los fines de semana en Baleares desde que comenzó el confinamiento, es un 50 por ciento superior al de un fin de semana normal, un ascenso que se sitúa en torno al 25 por ciento si comparamos un día laborable de estas semanas con un laborable normal. Y en el caso de los datos móviles, su uso también es superior ahora que el resto de días del año; un 30 por ciento en el caso de los días laborables y un 15 por ciento en fines de semana. «Los crecimientos de tráfico que hemos experimentado durante estos meses nos dan la confianza de que nuestra red está preparada para la demanda de los nuevos servicios digitales. Frente al distanciamiento físico la respuesta debe ser el acercamiento digital para seguir ayudando a crear un mundo más humano», finaliza Bruno Vilarasau, director de Servicios Digitales de Telefónica Mediterráneo.