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Mariola Cubells es una periodista de larga trayectoria y acaba de escribir un artículo en The Huffington Post que está en boca de todos. En el escrito, que lleva por título Te pido mil perdones, Jesús Vázquez, Cubells narra de forma inédita una experiencia que explica mucho sobre una determinada forma de hacer televisión, la del todo vale por la audiencia, incluso el sufrimiento de personas inocentes.

Entremos en antecedentes. Según la propia autora explica, la idea del artículo surgió a raíz de ver al conocido presentador Jesús Vázquez al borde de las lágrimas en el programa de Bertín Osborne al rememorar el caso Arny, un escándalo de prostitución de menores alrededor de un local de ambiente gay de Sevilla que estalló a mediados de la década de los noventa del pasado siglo. Durante meses copó los espacios centrales de los noticiarios y sus derivadas estuvieron presentes en todos los medios de comunicación durante largo tiempo.

En aquel entonces Vázquez apareció inculpado en la trama, aunque finalmente se demostró su inocencia. Pues bien, Cubells explica ahora, en pleno 2020, cómo conoció a uno de los chicos que acusaron a varias figuras de trascendencia pública como beneficiarios e impulsores de esa trama delictiva.

Explica cómo trabajando para un programa del desaparecido Canal 9 valenciano, un abuelo de los programas actuales de encendida tertulia sobre la actualidad y el 'famoseo', recibió el encargo de escoltar al inculpador y a un colega durante todo el día, de mantenerlos 'a salvo' hasta que fuera la hora de entrar en plató.

En poco tiempo se dio cuenta del tipo de personas que eran. Explica que se los llevó de cañas y al cine para mantenerlos ocupados, más bien controlados. La jornada acabó sin sustos destacables, aunque con una desesperada salida para comprar heroína, financiada por la propia productora del programa, y mitigar así el acusado mono de los invitados que ya era más que evidente.

Ya en directo, ante la atenta audiencia, el susodicho se presentó como consumidor de drogas rehabilitado y un buen chico. Sus palabras atacaron a diestro y siniestro, y entre otros causaron un dolor inmenso en Vázquez y su entorno más cercano.

La experiencia no dejó en Cubells un buen sabor de boca. Por ello «abandoné ese programa de mierda poco tiempo después, con claros y rotundos sentimientos de vergüenza y de culpa». «Nada superará nunca la persona de mierda que fui aquel día», insiste arrepentida.

Numerosos compañeros de profesión han alabado el gesto y el signo de humildad de Cubells. El propio Jesús Vázquez ha agradecido la publicación del escrito, y ha emitido el siguiente comentario en las redes sociales: