Lo cierto es que esta rutina previa que siguen obedece a dos factores principales además de a la búsqueda de la máxima comodidad preparando concienzudamente el lugar en el que van a descansar, según recoge The Dodo.
El primero es el instinto, heredado de sus antepasados salvajes y que aún vive dentro de ellos. Los perros descienden de los lobos, que habitualmente excavan un hoyo en la tierra para protegerse de posibles atacantes y sobrellevar lo mejor posibles las condiciones meteorológicas a las que se enfrentan.
Durante las altas temperaturas, cavar un agujero en busca de tierra fría alivia al animal del calor. Por el contrario, si se enfrentan a una gélida noche, resguardarse en un hoyo les permite mantener mejor su calor corporal. Esta práctica, en cualquier caso, tiene efectos beneficiosos para su salud.
Marcar territorio es otro de los motivos por los que nuestros perros tienen este hábito. En las almohadillas de sus patas y entre sus dedos tienen glándulas que segregan su olor característico y que les permite dejar su sello allá donde pisan enviándole así un mensaje a otros canes sobre a quién pertenece ese lugar específico.
Por otro lado, si nuestro perro escarba en el suelo de nuestros hogares sin intención alguna de irse a dormir, puede deberse a que esté inmerso en un proceso de investigación al haber olido comida, a otros animales, o al haber escuchado un ruido que haya captado su atención.
La doctora Elizabeth Stelow, jefa de los servicios de comportamiento animal en el la Universidad de California, explica que «algunos perros cavarán en el suelo o en la pared si detectan roedores u otros animales que viven en los espacios de acceso de la casa», aunque es algo poco común. «El olor a comida que se ha caído u otros aromas interesantes también puede provocar que se rasque, manosee o escarbe para encontrar la fuente», corrobora.
La ansiedad también puede ser otra de las razones de este comportamiento. «Algunos perros cavan como parte de un comportamiento de desplazamiento cuando están ansiosos o emocionados"», señala Stelow, que aconseja llevar a nuestros perros al veterinario para que puedan «recibir tratamiento por su ansiedad o sobreexcitación».
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