Nunca ha faltado a su cita por Navidad. Y este año muchos niños y niñas se preguntan si vendrá Papá Noel. A pesar de la pandemia, Santa Claus promete llenar de ilusión los pequeños corazones. Sin duda, serán unas fiestas muy diferentes, en las que muchas familias y amigos no podrán reunirse al completo, pero la magia de la Navidad hará que los más pequeños de la casa sigan creyendo en la ilusión.
Una de las personas que trabaja, con todas las medidas de seguridad sanitarias, para recibir las cartas dirigidas a Santa Claus, y que se puede desplazar a hogares, fundaciones y ONG, es el quiropráctico José María Torres. «Ha surgido de la manera más imprevista. Algunos padres me dijeron que los niños estaban tristes por el desconcierto de si vendría o no Papá Noel».
Así pues Torres, por primera vez en sus 60 años de edad, ha movilizado a tres amigos más y están tuneando un coche, al estilo de la película The Polar Express, y realizarán, previa reserva, las visitas con grandes medias de seguridad sanitaria. «Sí. Hemos adquirido varios pares de guantes para cambiarlos después de cada visita. Exigiremos que en cada domicilio se cumpla el número de personas que diga la normativa. El coche lo desinfectaremos con una máquina de ozono y Papá Noel y todo su equipo, después de cada visita, nos fumigaremos con un producto. No entregaremos directamente los regalos sino que serán los niños quienes los recojan».
En su agenda, Torres ya tiene programada la presencia de Papá Noel en la escoleta matinera del colegio Costa i Llobera. Por otro lado, en su centro, los niños y niñas que lo deseen ya pueden depositar sus cartas, eso sí, tras tomarles la temperatura. Unas medidas, mantener la distancia, utilizar los geles y tomar la temperatura, entre otras, que ayudarán a todos a salir cuanto antes de la pandemia.
Desde Laponia
Quienes viven con gran ilusión la llegada de Papá Noel son César Lobo y Bárbara Jaume Balaguer. César, jubilado y exfuncionario del Estado y la Delegación de Gobierno, y Bárbara, contable, crearon un acogedor plató en el altillo de la casa de la finca Son Frau, en Marratxí, propiedad del padre de Bárbara, para grabar mensajes y felicitaciones para los niños y niñas.
La pareja, que desde hace tres años realiza esta maravillosa labor, tiene experiencia en animación infantil, ya que César ha realizado trabajos como payaso. Tanto la indumentaria como la decoración han sido fruto del buen hacer de Bárbara.
«Tenemos peticiones de vídeos personalizados de todo el mundo, desde Estados Unidos a Venezuela, pero sobre todo de Mallorca. En los mensajes algunos piden que hagamos una reseña, como que ya empiecen a hacer pipí y popó en el orinal, que dejen el chupete, que hagan más caso a su papá y mamá, etc.», comenta César, y añade que «cuando Papá Noel llega a una casa, Bárbara prepara junto a la familia un villancico e incluso una coreografía. Luego llega la entrega de regalos».
Buenos ayudantes
Rafa Artero es otro apasionado de la Navidad, tanto que cumplió su sueño de viajar a Laponia, hace años, donde adquirió todo un atrezzo del propio Santa Claus. Comenzó yendo a barrios marginales y centros de acogida en Mallorca para ayudar a Papá Noel, y en las últimas Navidades ha viajado a Santo Domingo y Bolivia junto a AEA Solidaria.
Para Miguel Ángel Pérez, este será el tercer año, y decidió invertir hace dos años en un traje de Papá Noel. «Me gasté 400 euros en un buen traje y una barba de calidad». Asegura que «el día de más trabajo es el 25 de diciembre por la mañana».
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