Santi Taura, en la terraza del hotel El Llorenc Parc de la Mar, en el barrio de la Calatrava. | Tarek Serraj

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Santi Taura (Lloseta, 1976) inauguró con un gran éxito la iniciativa de este periódico ‘Cocina y cocineros con alma', en la que también participa Benet Vicens. El lunes, y tras estar varios años en las quinielas, logró una estrella Michelin para Dins, el restaurante ubicado en el hotel El Llorenç Parc de la Mar, en Palma.

¿Sintió alivio al conseguir la estrella?
— Le aseguro que no. No he sentido nunca esa presión y para mí la verdadera estrella es notar el cariño del cliente y que te diga que le ha gustado mucho la comida y que le ha transportado a otros tiempos en Mallorca. De todas formas, claro que me alegré. Supone un reconocimiento no a este año, sino al trabajo de muchos otros.

¿Vio la gala?
— Sí, en casa con Inma. Yo no tenía muchas ganas, pero ella me convenció.

¿Tenía esperanzas en esta edición?
— Por primera vez en mi carrera supe que este verano habían venido inspectores de la Guía Michelin. Y hace 15 días recibí un correo invitándome a la gala. Era una invitación ‘virtual' por la situación que vivimos. Pero no sabía nada seguro hasta que vi la gala por internet.

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Y comenzaron las llamadas y los mensajes...
— Sí, pero solo hablé con Benet y su hijo Jaume y con Cati (Cifre, mujer de Benet Vicens y jefa de sala de Bens d'Avall). Recordamos muchas cosas. Tenemos algo muy importante en común y es la defensa del recetario gastronómico mallorquín. De hecho, creo que este reconocimiento es a la cocina tradicional de Mallorca, no a Santi Taura.

¿Qué cambia con esta estrella?
— No creo que cambie mucho. Seguiremos apostando por lo que estamos haciendo.

¿Por qué este año sí y otros no?
— Venir a Palma ha sido fundamental, pero no por el lugar en sí, sino por el negocio en el que está enclavado el restaurante. Además, hemos realizado unos cambios en el equipo humano, que han resultado muy positivos, y ha habido también una mejora de las instalaciones; pero esta estrella la podría haber conseguido en Lloseta si hubiera tenido la oportunidad de todo ello allí. De todas formas, con todo lo que está pasando este año, es también una gran suerte estar en un hotel en Palma y que los clientes puedan venir al restaurante. En Lloseta, ya haría meses que tendría que haber cerrado, como le ha pasado a otros muchos compañeros.

¿Ya piensa en la segunda?
— Ja, ja. Lo que está claro es que después del 1 va el 2, pero bueno, ya veremos.