Tras una gestación de 20 meses y 18 días, Cristina ha traído al mundo al vigésimo segundo elefante que nace en el parque natural cántabro y que, además de ser el primero de tercera generación que ve la luz en un espacio de estas características en España, también podría ser el primero de Europa.
Una alegría y un desafío para los cuidadores de los paquidermos de Cabárceno, ya que al ser primeriza y haber sido rechazada por su madre al nacer, se desconocía cómo iba a reaccionar Cristina a lo largo de los primeros meses de crianza y al dar de mamar a su hijo.
Y es que el triste inicio de la vida de esta elefanta, no ha hecho que tenga un gran instinto maternal.
Al nacer hace 14 años, esta elefanta se golpeó una pata y no pudo incorporarse hasta pasados seis días a la manada, cuyos miembros, todos ellos, incluso su madre, la rechazaron.
Por ello, los cuidadores de Cabárceno decidieron tomar la "difícil decisión" de criarla a biberón, algo que "nunca antes se había hecho en el mundo", según recuerda el jefe de veterinarios de Cabárceno, Santiago Borragán, junto a esta "luchadora" y su cría, a la que ella sí cuida.
"No quedó otra que criarla a biberón con la dificultad que eso conlleva, ya que los elefantes maman durante tres años o más", explica Borragán, que fue uno de esos cuidadores del parque cántabro que pasó horas y horas con la pequeña elefanta.
Sin embargo, que la manada no la aceptara y que solo los cuidadores fueran su "familia", no fue el único problema para Cristina, ya que las heridas de su pata, "que tardan muchísimo en curarse en los paquidermos", obligaron a que el animal tuviera que estar muchos meses tumbado.
Borragán recuerda que fueron meses duros, en los que se la curaba todos los días la pata a Cristina con la "famosa crema de Beranga, que todos los cántabros conocen".
"Cristina lo pasó mal muchas veces, en ocasiones nos despedíamos de ella porque no la sentaba bien la leche ni la comida, pero al final pego el estirón, se hizo grande", explica.
Sin embargo, ya curada, la elefanta tuvo que superar un nuevo reto, acercarse a la manada, porque el jefe de veterinarios de Cabárceno señala que la intentaban soltar con el grupo y ella "se negaba en redondo". "Volvía corriendo, nos atropellaba", narra.
Con insistencia y mucha paciencia, los cuidadores de esta elefanta africana un día consiguieron engañarla y sacarla a la pradera, donde se reúne la veintena de paquidermos de Cabárceno, y fue entonces cuando Cristina se adueñó de uno de los rincones del recinto donde comenzó a hacer su vida alejada del resto del grupo.
Sin embargo, poco a poco se fueron acercando a ella los machos, después las crías y por último, algunas hembras.
Tras esos duros años, esta elefanta de 14 años se ha convertido en madre de un pequeño macho que ha pesado 80 kilos y al que ha conseguido amamantar desde el primer día, algo que está permitiendo que poco a poco se vayan adaptando el uno al otro.
"Cristina siempre ha estado criada como dice el proverbio: a pan y cuca. Por eso le gusta mucho el pan, las manzanas, las golosinas (...) y cuando le empezamos a dar trozos de pan, ella se queda quieta y el bebé, que ya se las sabe todas, va corriendo a mamar”, explica Borragán, quien señala que con el paso de los años van ganando experiencia en la crianza de esta especie.
Una de las incógnitas que aún tienen los cuidadores de estos animales es cómo será la adaptación, tanto de la madre primeriza como de su hijo, al resto del grupo, pero Borragán asegura que ahora lo importante es que la madre le dé bien de mamar, le quiera y le cuide para afianzar el vínculo materno-filial.
Por eso para todo el parque, Cristina refleja una verdadera historia de superación animal.
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