–Es el mejor apodo del mundo porque cuando yo pegaba los dejaba a todos KO. Me lo puso el periodista Julio César Iglesias por las balas de las películas de James Bond, que cuando penetraban explotaban.
A sus 71 años, el exboxeador, legionario y actor José Luis Dum Dum Pacheco todavía se acuerda cómo ponía a dormir a sus rivales. «Hay que pegar con los nudillos aquí», comenta, apuntando al mentón, en un bar de Canillas, en Madrid.
La editorial mallorquina Autsaider Cómics ha reeditado su autobiografía, Mear sangre, 45 años después. «El libro tuvo un éxito bárbaro en España cuando lo publiqué», recuerda el expúgil, que viste un traje gris con un pin del Cuerpo Nacional de Policía y otro de la Legión. Pacheco realizó 109 combates profesionales. Obtuvo 73 victorias (51 KO), 22 derrotas y 14 nulos. Peleó cuatro veces en Mallorca, donde vivió cerca de un año. «Tengo muy buenos recuerdos porque me trataron especialmente bien; era un ídolo».
El exboxeador empezó a escribir en la prisión de Carabanchel. En el libro relata los abusos, torturas e injusticias que sucedieron en aquella cárcel. El boxeo le ayudó a reconducir su vida y cuando se proclamó campeón de España del peso wélter dejó de escribir. Tenía que seguir peleando.
«Dum Dum cuenta barbaridades sin filtro, que es una de las cosas más potentes del libro. No pretende quedar bien ni mal. Te va contando su verdad en cada momento y eso es lo extraño o lo insólito en una autobiografía. Normalmente, el que escribe sobre sí mismo tiene una intención de demostrar algo», explica el editor Ata Lassalle.
«Es alguien que ha sido súper famoso y se ha pasado muchos años en un segundo plano. De repente, vuelve a haber gente pendiente de su historia y recupera sus éxitos. Y él está encantado con eso».
Dum Dum firma una fotografía suya en blanco y negro que la editorial ha puesto a la venta en su web y se la enseña a una camarera que le ha comentado que a su padre le gusta el boxeo.
–Mira, el deportista más famoso del mundo. Tú di que has estado con Dum Dum Pacheco y no se lo van a creer, pero si les enseñas una foto conmigo seguro que sí.
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