Uno de los divertidos ‘carretons’ biplaza, homenaje a Raffaella Carrà, a su llegada a la meta tras recorrer varios metros. | Jaume Morey

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A priori parece complicado que una vieja estantería desguazada, unas cuantas sillas de madera desmontadas y apiladas, un bidón de 50 litros o un somier oxidado puedan funcionar como vehículo, pero un juego de ruedas y la fuerza de la gravedad pueden con todo. La Associació de Veïns de Canamunt, junto a la asociación Elèctrica Ateneu Popular, celebraron ayer la segunda Baixada de Carretons de Palma, una circuito al estilo de los Autos Locos «donde el objetivo no es ganar, sino alcanzar la línea de meta».

«La referencia la tomamos de Barcelona, de Poble-Sec, donde celebran unas carreras muy divertidas. La nuestra no es competitiva; el objetivo es hacer barrio y que todos acaben de una pieza», aseguró Cristoph Hafner, integrante de Elèctrica Ateneu.

palma segunda carrera de carratons foto morey

A las seis de la tarde los pilotos se reunieron en la plaza de Santa Eulàlia y a las siete comenzó la baixada: los participantes salían en solitario y cuando llegaban a la línea de meta arrancaban los siguientes. Con balas de paja como protección ante pilones, cubos de basura y cristaleras de locales, los corredores tomaron el Carrer d'en Morei, continuaron por la calle Miramar, tramo donde ganaban más velocidad y, al final de la calle, alcanzaban la línea de meta.

Durante las últimas tres semanas, los diez equipos participantes han construido sus carretons: unos lo hicieron en casa, y otros en una serie de talleres organizados en la plaza Quadrado. Este viernes los pusieron a prueba en un recorrido de poco menos de medio kilómetro.

palma segunda carrera de carratons foto morey

«Mis padres me lo comentaron y me apeteció mucho. Estoy algo nervioso. Construí el carretó con mi padre, yo lo pinté y le puse las gomas», comentó Borja Correa, de 9 años, el piloto más joven de la carrera, que descendió en un llamativo bidón en el que instalaron su antigua silla de coche y que estaba propulsado por una máquina de pompas de jabón.

«El año pasado hubo quién lo hizo, pero yo no pienso tirarme por Ses Voltes», afirmó Carme Verdaguer que, junto a Beatriz Cascante, bajaron a bordo de su carretó tributo a Raffaella Carrà.

Aunque se contrató una ambulancia, salvo algún carro que no superó ni la primera calle, no hubo ningún indicente grave.

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