El campamento persigue mejorar su autonomía y promueve el desarrollo de la responsabilidad en torno a la diabetes. «El objetivo es que los niños aprendan a gestionar la diabetes para que en el futuro puedan realizar campamentos generales o actividades lejos de sus padres, con la seguridad de que sabrán controlar la patología», indica el director del campamento, Xisco Torà.
Especializado
El campamento cuenta con un equipo de profesionales sanitarios, compuesto por endocrinas, enfermeros y nutricionistas, que les ayudan y forman en aspectos fundamentales, como el control de las dosis de insulina, la alimentación, consejos a la hora de realizar actividades físicas o a cómo resolver situaciones complicadas producidas por la diabetes.
Durante su primer día de estancia en las colonias, los niños se asentaron en sus tiendas y participaron en una olimpiada deportiva; ayer celebraron una divertida gymkana. El campamento cuenta con actividades lúdico-formativas que combinan la diversión y el deporte con el aprendizaje de aspectos útiles para su día a día.
«Hace tres años que vengo y se aprende mucho sobre la alimentación o sobre cómo puede reaccionar el cuerpo en ciertos momentos. Por ejemplo, si tenemos el azúcar muy bajo nos podemos desmayar y si está muy alto nos pueden ingresar», explica Luis Montada, de 11 años. «A mi me gusta mucho pero tres días son muy pocos, lo alargaría una semana más» añade rotundo su amigo Gabriel Ginard.
Otro de los principales objetivos del campamento es crear un espacio en el que niños y niñas puedan intercambiar experiencias relacionadas con la diabetes y, al mismo tiempo, descubran que no son los únicos que deben realizarse glucemias, inyectarse insulina o controlar los hidratos de carbono. «Durante su estancia ven que pueden hacer las mismas actividades que cualquier niño, ganan autonomía y conocen a otros niños con diabetes, algo muy positivo», explicó Estefanía Moratalla, endocrina infantil de Son Espases y miembro del equipo sanitario del campamento.
Hoy los niños pasan la mañana en la playa y han recibido la visita de la consellera de Salut i Consum, Patricia Gómez, acompañada por la presidenta de Adiba, Catalina Taberner. Tras la comida, se han despedido para volver a casa. Mientras tanto, los mayores, de 13 a 17 años, parten mañana hacia Menorca, donde participarán en un campamento de cinco días en el albergue de Sa Vinyeta, en Ciutadella.
Control del nivel de glucosa y de las raciones de comida
Antes de cada comida, los niños revisan su nivel de glucosa con el equipo sanitario, pactan la insulina que deben administrarse y, por último, pasan por las nutricionistas, encargadas de medir las raciones y entregarles la comida. Exceptuado este control rutinario, el resto del campamento es igual a cualquier otro: los niños se divierten en las gymkanas y actividades deportivas.
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