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Almallutx es un enclave distinguido dentro de un fértil valle en la zona más alta e inhóspita de la Serra de Tramuntana. Es posiblemente uno de los parajes más especiales de Mallorca y de todas las Baleares, y lo es por varias razones. En una edición especial de los artículos divulgativos sobre nuestra rica e intrincada historia propia repasaremos sus secretos en dos entregas diferentes, porque vale la pena y el material es abundante.

En esta primera toma de contacto nos aproximamos al Almallutx más primigenio de la mano de una voz autorizada. Jaume Deyà, arqueólogo que ha desempeñado su labor profesional en esta zona en los últimos años, la conoce como la palma de su mano. Con su guía nos aproximamos a los vestigios sobre el terreno que originaron la leyenda que largo tiempo después todavía resuena entre sus piedras. Para aquellos más profanos, que no suelan caminar por las sendas montañosas, cabe distinguir a Almallutx en primer lugar como un yacimiento arqueológico en el corazón de la serra de Tramuntana, concretamente en el municipio de Escorca.

Probablemente toma su nombre del Morro d'Almallutx, un pico del macizo de Tossals Verds de 1.058 metros. En su falda, a orillas del Gorg Blau, el pantano que suministra agua a Palma, se encuentra una possessió homónima. En sus proximidades se halla un conjunto talayótico singular y la alquería de Almallutx, conocida por ser el último reducto musulmán en Mallorca, donde durante algunos años se concentraron miles de refugiados de la conquista cristiana a sangre y fuego de la Madina Mayurqa islámica, según han confirmado las evidencias científicas rescatadas del olvido por un grupo de arqueólogos locales con Deyà al frente.

Sin embargo las aguas del pantano anegaron la zona. Es lamentable comprobar como el desarrollismo y la modernidad arramblan con todo, como cuando una pista del aeropuerto acabó con otro valioso conjunto de grandes piedras situadas allí por los hombres de esta tierra hace miles de años. Un reciente derrumbe ha puesto en peligro el yacimiento. «En cincuenta años es probable que no quede nada», afirma el investigador, que echa de menos un poco más de sensibilidad por parte de las instituciones por conservar una parte singular y eminente de nuestra historia. «La prioridad es el embalse y por eso muchos restos han corrido ya corriente abajo y se han perdido para siempre», lamenta.

Restos de los santuarios, a simple vista. Foto: Archivo Jaume Deyà.

En los manuales de historia antigua de Mallorca aparece caracterizado el legado de Almallutx como una muestra viva de la cultura talayótica que se desarrolló en Mallorca y Menorca a partir entre los siglos VII y IX a.C., aunque lo cierto es que sus particularidades lo diferencian del resto.

«Lo interesante es la división del área que plantea el yacimiento. Hay un espacio para los vivos encarnado en un poblado enorme. Un espacio para los muertos, con zonas de enterramiento que han deparado sorpresas, y una zona más elevada destinada a los rituales a los dioses». Poco a poco nos adentraremos en cada una de ellas.

La historiografía se remonta hasta los siglos XVI y XVII para dar con las referencias más antiguas sobre el pasado talayótico de Almallutx. Entonces los religiosos del santuario de Lluc, en Escorca, dejaron por escrito la presencia de «monumentos druídicos» en el altiplano. No hacía falta excavar para advertirlos, sus grandes piedras se distinguían a simple vista.

Antes de emprenderse la construcción de los embalses los posaderos de Cúber ya hallaron junto al camino cerámica talayótica de una pieza. Corría la década de 1960. A través de un arqueólogo local que le dio importancia a estos restos se planteó la excavación de los tres santuarios, que corrió a cargo de Bartomeu Ensenyat y Manuel Fernández Miranda, dos referentes de la época, entre 1969 y 1970.

Según Deyà, el primero de todos se encuentra a escasos metros de la carretera que bordea el Gorg Blau, justo en el punto en el que se alza una columna.

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De hecho esa columna fue rescatada del santuario e izada y colocada en el actual emplazamiento durante la excavación. En línea recta desde la columna al pantano, mirando hacia el agua, pueden verse a simple vista los elementos que todavía hoy permanecen pegados al roquissar, que en el momento de la intervención arqueológica eran más evidentes.

Algo más allá, casi cubierto por completo por las aguas, se encuentra un poblado bastante grande, según Deyà formado por un mínimo de once estancias. Junto a él se ubica otro santuario más, que conserva una pared de más de tres metros de altura. Sin embargo no constan muchos hallazgos de la época por una razón clara, según el investigador: los siguientes pobladores reutilizaron los elementos, y por ejemplo allí se ha encontrado abundante cerámica del periodo islámico.

Otro de los puntos interesantes se encuentra en uno de los santuarios y cuenta con una clara y particular connotación mortuoria. Allí se produjo un hallazgo sorprendente, «algo así como unos Amantes de Teruel nostrats» en palabras del experto. Y es que se encontró dos cuerpos juntos en una sepultura, un hombre y una mujer unidos más allá de la vida, una práctica de la que no constan otros ejemplos en Mallorca.

Asimismo, en el lecho del torrente se distinguen otros dos abrigos de enterramiento, que en este caso están prácticamente destruidos puesto que se ha visto que de ellos se extraía tierra para cultivar en otros puntos del valle.

Uno de los cuerpos hallados durante las primeras excavaciones, entre finales de los sesenta y principios de los setenta del siglo XX. Foto: Archivo Jaume Deyà.

Finalmente, sobre una de las montañas que sobresalen en el valle se encontró una estructura cuadrada. Para Deyà queda claro que debió ser una vez algún tipo de templo. Sobre la posibilidad de que sea el templo talayótico ubicado a mayor altitud de Mallorca, el arqueólogo cree que es posible, «a pesar de que existe una fotografía de Franco en un recinto cuadrado muy grande similar a un templo sobre una montaña que en los círculos especializados se dice que es el mismísimo Puig Major. Yo mismo la he visto, pero no estoy convencido de que sea una imagen tomada en el pico más alto de la Isla».

Por qué es capital Almallutx, según el especialista. «Es un lugar estratégico en la época. Este valle da acceso al llano y a las zonas de la serra, cuenta con prados y fuentes de las que emana agua durante todo el año y a pesar de que las condiciones son duras en invierno lo tiene todo para una vida próspera hace algo menos de 3.000 años. Estos hechos lo convierten en un lugar ideal para la trashumancia. Del entorno es el poblado más grande con mucha diferencia».

Asimismo concurre otro factor muy especial. «La factura de los santuarios y del poblado es muy elaborada, los cortes de las piedras son muy limpios y están muy bien colocadas».

Grupo de trabajo en un santuario excavado. Foto: Archivo Jaume Deyà.

Debido a estos descubrimientos han surgido diversas interpretaciones que giran en torno a sus usos o funciones. Algunos autores han visto en el santuario de Almallutx un equivalente a las taules de Menorca, un elemento propio de la era megalítica en la Isla vecina que no se da en Mallorca. Los investigadores Javier Aramburu-Zabala y Víctor Manuel Guerrero coinciden en avalar la función sacra de los restos, y el segundo afirma la posibilidad de que fuera el santuario central de la Isla.

Por qué iba a ser el lugar más sagrado del mundo (del mundo mallorquín, claro). Por el significado mítico que tienen en la prehistoria los lugares altos, que se desliza incluso en las religiones semitas posteriores. Recordemos que, según el judaísmo, fue preciso que Moisés ascendiera el monte Sinaí para que Yahvé le legara las llamadas Tablas de la Ley.