Experta en la consulta del tarot, Xisca Mir descifra las claves de esta útil herramienta para la psicoterapia. | M. À. Cañellas

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La magia, lo intangible, es otra forma de acceder a nosotros mismos para conectar con el mundo que nos rodea. El tarot, por ejemplo, no solo busca conocer el futuro, sino crear un equilibrio en nuestra vida interior. Aunque esta práctica está desacreditada por la comunidad científica –que solo se basa en las evidencias–, lo cierto es que sus funciones siguen siendo una útil herramienta en la psicoterapia, pues brindan un respaldo de evidencia entre la metáfora y el símbolo. Hablamos con Xisca Mir, experta en la lectura del tarot. La mallorquina regenta el centro Las Brumas de Avalon –un nombre que alude a la leyenda artúrica, a las neblinosas islas británicas, erguidas frente a un mar tempestuoso, y, qué demonios, también a un temazo de Roxy Music–.

El tarot es una herramienta antigua de adivinación compuesta de 78 cartas, cuatro palos y algunos sujetos, cada uno con un significado particular. ¿Es así?

–Correcto, pero más antigua de lo que la gente cree. Hay muchos tipos de baraja, la más primaria en función de mis estudios y experiencia es el tarot de Marsella, que además es el más completo.

¿Qué fue lo que más le atrajo del tarot como herramienta en el contexto de la psicoterapia?

–Ayudar a la gente, porque realmente el tarot no consiste en ‘echar la buenaventura', el tarot va de tomar conciencia del problema concreto que afecta a una persona.

¿Cómo describiría la función de una carta de tarot en el contexto de una sesión de psicoterapia?

–Cada carta tiene su función y significado. Lo más importante en el tarot es el concepto de la pregunta o situación, porque una sola carta nos puede hablar de muchas cosas.

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Xisca afirma que mucha gente requiere los servicios del tarot.

En los 70 y 80 estuvo muy de moda consultar las cartas, pero ¿cómo va hoy el negocio, la gente sigue interesada en su porvenir?

–Cada vez más, la gente hoy quiere soluciones rápidas y por eso acude al tarot. Veo más ganas de consultar las láminas que en aquella época.

Para ser un buen vidente, ¿hay que nacer con un don o basta una buena preparación?

–Mira, mi madre siempre me decía que nací con el mazo de cartas debajo del brazo.

¿Y cuándo descubrió que tenía ese don, sexto sentido o llamémosle X?

–Era muy pequeñita, mi padre jugaba a las cartas y yo me acercaba a preguntarle qué significado tenía cada carta. Además, en mi casa siempre han sido muy metafísicos, mi padre lo era y mi madre y mi abuela, muy brujitas.

¿Qué cartas desvelan peligro y cuáles traen la buenaventura?

–Como todas las cosas en la vida, las cartas tienen una doble cara, un doble sentido. Por ejemplo, la gente suele asustarse cuando aparece la carta de la muerte, que para mí es una carta positiva, habitualmente marca la ruptura con ciertos apegos y códigos antiguos para empezar un nuevo camino. Es la carta más bella de la baraja.

¿Cree que el intrusismo y la mala praxis han puesto en el punto de mira su profesión?

–Por completo. Lo denuncio mucho en mi página de Facebook. La gente hace un curso de tarot y a la semana siguiente monta una consulta. Mira, tengo 63 años, ni me acuerdo cuándo empecé, pero todavía sigo estudiando.

¿Cuál es el perfil de su clientela?

–Un arco variadísimo de público, hombres y mujeres de todas las edades, mallorquines y extranjeros.

¿Qué grado de acierto tienen sus predicciones?

–No creo en los aciertos, yo simplemente leo las láminas.

Cuando predice el infortunio para uno de sus clientes, ¿existe forma de revertir su aciago destino?

–Sí, por completo, en el momento que la persona es consciente de que tiene un problema puede recibir ayuda y revertir la situación.