Lo mismo que hicieron otros años –excepto en el anterior, a causa de la COVID-19– los miembros del grupo Fang-tracks, formado por expertos tragamillas, a bordo de quads y en boogies, dieron el salto a Valencia, y de ahí, sorteando largos tramos con nieve, recorrieron 1.659 kilómetros., casi todos sin pisar el asfalto, hasta llegar a Barcelona, pasando por Valencia, Castellón, Teruel, Huesca, Lérida y Tarragona, para finalizar, como decimos, en la Ciudad Condal, desde donde embarcaron hacia Palma. Fue una gran aventura, en la que la nieve y el hielo, tuvieron un papel importante, sobre todo por los problemas que crearon, pero que nuestros amigos supieron resolver favorablemente
«En realidad, el plan era hacer 2.240 km, pero, debido a la nieve, tuvimos que suspender una etapa y media, quedando el recorrido en 1.659 –nos contó José Luis Barranco, pionero del grupo–. Pero es que las inclemencias del tiempo, unidas a la cantidad de hielo que nos encontramos, sobre todo en tramos de la zona de Teruel, nos aconsejaron buscar otra ruta, que redujo la distancia. De todos modos, el objetivo quedó más que cumplido, ya que logramos llegar a un pueblecito llamado El barrio de la estrella, y a las fortificaciones de Sarrión, en Teruel. Y es que nos hacía ilusión pasar por ambos sitios. Por el primero, porque en él viven Sinforosa y Juan Martín, de 85 y 88 años, respectivamente. Y viven solos, sin nadie más. El pueblo, que en 1950 tenía unos 300 habitantes, es ahora para ellos. Un pueblo sin alcalde, ni tráfico, ni multas, ni ruidos, ¡ni nadie! Como si allí el tiempo se hubiera detenido, porque, ¡ni siquiera hay reloj..! Bueno, sí, lo hay. Es el reloj de sol que hay en la pared de la iglesia, que es por el que se guían. Pero no les importa vivir rodeados de tanta soledad, nos contaron, pues comen cuando tienen ganas, duermen cuando les entra el sueño y se levantan cuando están cansados de estar en la cama. Porque, dicen, todo es cuestión de acostumbrarse. Y como la comida se la trae un hijo suyo, ¡pues todos contentos!».
Viejas fortificaciones
«Sí, tienen un Land Rover, pero entre que son mayores, y que desde dónde viven a la carretera asfaltada más próxima han de recorrer 15 kilómetros por un camino de tierra, con polvo en verano y barro en invierno, si no es por una emergencia, no se mueven de allí. Y en la despedida, para que se acordaran de nosotros, le regalamos dos sobrasadas. ¡No veas lo contentos que se pusieron! Luego seguimos ruta, y yendo a Gudar, para hacer noche, pasamos por Sarrión, donde visitamos las fortificaciones y nidos de ametralladoras que se utilizaron durante la Guerra civil y que aún quedan en pie».
Nieve y hielos en la carretera aparte, el recorrido de ahí en adelante discurrió sin problemas, ni sobresaltos, rodando no muy deprisa… Porque tampoco esos vehículos permiten ir a mucha velocidad… Como mucho, a 40 o 45 km/hora. Y en cuanto a consumo de gasolina, a razón de 9 litros por cada 100 km, habiendo recorrido 1.650… ¡Pues echad cuentas! «Lo importante de todo –apostilla José Luis–, es que hemos cumplido con el objetivo y hemos regresado bien, sin apenas una avería durante el camino».
Los Bribones Bikers
Una año más, llegadas estas fechas navideñas, los Bribones Bikers, grupo de moteros pionero en Mallorca, con más de mil inscritos, que salen semanalmente a recorrer la Isla, han cumplido con la tradición de hacer una salida todos vestidos de Papá Noel y Mamá Noel, algo que viene sucediendo desde hace 12 años, por iniciativa de su presidente, Juan Turín. En esta ocasión, rodaron alrededor de 200 motos. La intención era haber ido a dejar regalos en Son Espases, «pero dada la situación que ha creado la COVID-19, y las normas sanitarias que por su causa se han impuesto, no ha sido posible, pero… Bueno, hemos salido…».
Recorrido sin problemas
Y ha sido una salida más bien larga en cuanto a kilómetros recorridos, pues habiendo arrancado desde Palma, rodando por algunas calles de su centro, terminaron, en un almuerzo, en Ses cases de Son Sant Martí. Tras salir de Palma, siguieron por Santa María del Camí, Consell, Binissalem, Inca, donde también recorrieron algunas de sus calles y plazas principales, Llubí, Muro…
«¡Y sin haber tenido que lamentar ni incidentes, ni accidentes, lo cual, para nosotros, es una gran satisfacción. Vamos a ver si el año que viene hemos superado la pandemia y podemos hacer realidad otra de nuestras costumbres: visitar hospitales con regalos».
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