Imagen actual del cuarteto sueco ABBA, con motivo de la publicación de su último LP.

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A mediados de los 70, ABBA se convirtió en un fenómeno global encadenando un éxito tras otro. Aunque, para ser exactos, podríamos decir que su historia echó a rodar el 6 de abril de 1974. Su actuación en el XIX Festival de Eurovisión celebrado en Brighton (Reino Unido) marcó el inicio de una revolución que, casi medio siglo después, no ofrece signos de desfallecimiento. Es más, periódicamente revive alcanzando picos de gran intensidad. Como a finales de los ‘90, cuando publicaron un greatest hits que pulverizó los registros de ventas. Esa cascada revivalista eclosionó definitivamente en 2008, de la mano del estreno del filme Mamma Mia. Desde entonces, ABBA vive una perenne segunda juventud, definitivamente desatada con la reciente publicación de Voyage, un disco que ve la luz tras cuarenta años de silencio editorial.

Hay que insistir, fue tal su ascendencia en la cultura popular que, hasta el citado 1974, se asociaba Waterloo con el nombre de una batalla. Desde esa fecha, punto de ignición de los suecos, al escuchar la palabra Waterloo acude raudo a nuestra mente el título de uno sus mayores éxitos. «Su trascendencia a raíz de Eurovisión fue enorme, sin embargo, socialmente carecían de mensaje», opina el director y experto en musicales Ricard Reguant. «En aquella época nos hacía gracia como iban vestidos, y que una de sus canciones se titulase Fernando», añade.

BARCELONA. ESPECTACULOS. Nando Gonz√°lez, protagonista del musical ¬ø Mamma Mia! ¬ø, en Barcelona.
Nando González tomó parte en el montaje del musical ‘Mamma Mia’.

Nando González, músico y actor que, durante más de una década, se enfundó la piel de uno de los personajes capitales del musical Mamma Mia, con el que recorrió el país espolvoreando el ‘sonido ABBA’, coincide con su homólogo. «No tuvieron trascendencia social, pero sí mucho éxito en las discotecas. Sus canciones están muy bien compuestas, son envolventes y desprenden euforia y ganas de vivir». A título personal, reconoce Nando que «en aquella época el sonido disco me parecía un poquito hortera; en cambio para el consumo de masas era de una efectividad absoluta». Con todo, recuerda con entusiasmo su paso por Eurovisión. «De niño vi el festival donde triunfó Waterloo, me alegré mucho de su éxito».

Aptitudes vocales

¿Dónde radica el éxito de esta banda? Más allá de sus aptitudes vocales, los expertos aseguran que se sustenta en sus melodías silbables, acompañadas de estribillos que se adhieren al subconsciente como un chicle, y no hay que olvidar la tremenda presencia física de Agnetha y Anni. Con todo, afirma Reguant que el grupo «no me dejó ninguna huella, sonaba mucho en todas partes pero a mí quienes me gustaban eran los Beatles». En su opinión, a raíz del musical Mamma Mia «han tenido más trascendencia, de hecho hoy existe una abbamania, vayas donde vayas todos conocen el grupo». Para Nando González, el éxito de los suecos radica en que «son grandes compositores, sus canciones tienen buenas melodías y una rueda armónica muy conseguida».

PALMA. TEATRO. Joan Carles Bestard, protagonista del vodevil ¿Quin desgavell de bon matí¿Â
El director Ricard Reguant es experto en montajes musicales.

Pero, volvamos a la casilla de salida, al origen del fenómeno: Waterloo. Un tema que habla de una chica que se rinde a su pretendiente –del mismo modo que Napoleón lo hizo en la batalla de Waterloo– y que lideró la fiebre ABBA, uno de los virus más contagiosos del siglo XX, propagado por cuatro escandinavos que adaptaron sus canciones a imagen y semejanza del wall of sound ideado por Phil Spector en los 60. Una técnica consistente en la grabación en capas, que dotaba a las canciones de una reverberación similar a la de un conjunto sinfónico. Clásicos como Mamma Mia, Chiquitita, Dancing Queen, Fernando o el propio Waterloo proponen un viaje al corazón de nuestros recuerdos, nacidos en el seno de esta banda que puso a Suecia en el mapa, gracias a un repertorio que encarna la quintaesencia del arrebato discotequero. Tras la irrupción de ABBA, nada fue igual en Suecia, hoy el tercer mayor exportador de música tras Estados Unidos y Reino Unido. Una proeza sin parangón si tenemos en cuenta su población: tan solo diez millones de personas.

Voyage es su nuevo LP, al que crítica y público rubrican unánimemente como un trabajo continuista, fiel a la naturaleza bailable, desacomplejada y liviana, exenta de pretensiones, que bendice el grueso de una obra que se erige en símbolo multigeneracional. «La verdad es que hoy en día encuentro a ABBA más divertidos», reconoce Reguant. En opinión de González, en este álbum «han querido reproducir algunas fórmulas de sus éxitos y no les ha quedado mal, pero tampoco han alcanzado sus antiguas cotas de genialidad».