Albert Torrens en la sala de cine de Espacio Scena. | Teresa Ayuga

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En los últimos años ha proliferado la posibilidad cercana y tangible para muchos bolsillos de disfrutar del cine en casa. Hoy, las pantallas de grandes dimensiones, dotadas con la última tecnología en imagen, forman parte de los sueños húmedos de todo cinéfilo, deslumbrado ante la posibilidad de gozar de una buena película, con sonido envolvente y atronador, pertrechado en el mullido chaise-longue de su hogar. Espacio Scena parte de este estimulante punto y le da una revolucionaria vuelta de tuerca, llevando la experiencia a un nivel superior. Para conocer la auténtica dimensión de su propuesta, que no deja de ser un traje a medida de las necesidades de cada cliente, conozcamos antes los ejes sobre los que pivota el concepto clásico de cine en casa.

Como decíamos, la idea de cine en casa o home theater consiste en construir, dentro del hogar, una sala para ver películas y disfrutarlas en toda su riqueza visual y sonora. A partir de aquí, en las últimas décadas aparecieron opciones accesibles al bolsillo de la clase media. Pero estas alternativas, que ofrecían una calidad de imagen aceptable, seguían usando el esquema desarrollado por Alan Dower Blumlein, ingeniero de la discográfica EMI que, en 1931, inventó el primer método para grabaciones estereofónicas, que permitía al oyente tener dos fuentes de sonido. Esta tecnología, sin embargo, no lograba capturar el audio en toda su sutileza, ni crear esa atmósfera inmersiva y envolvente a la que estamos acostumbrados en una sala de cine. No fue hasta la llegada del DVD que pudo optimizarse la obtención de múltiples fuentes de sonido. De su mano nació el concepto de home theater, una tecnología cada vez más popular y, por tanto, accesible. Y es aquí donde entra en juego Espacio Scena.

Le preguntamos a su gerente Albert Torrens, qué diferencias separan sus sistemas de home cinema de los que podemos adquirir en un gran almacén. Comprobarán que la principal divergencia estriba en el concepto ‘experiencia'. «Una cosa son las marcas, y aquí trabajamos con las mejores, que ofrecen altavoces con muy buen sonido. Pero detrás de cada altavoz hay una electrónica que lo amplifica, y detrás de esa electrónica están las fuentes, que pueden ser Netflix, HBO o el Spotify con la música. Todo eso lo metes en una sala, posicionas los altavoces y calibras su acústica. Es decir, hay que aislarla acústicamente para que el sonido no se expanda al resto de la casa. Y paralelamente tienes que evitar que al estar la sala sellada se provoque en su interior un desastre acústico. Ya que, por muy buenos que sean los altavoces, si el sonido empieza a rebotar por las paredes, mezclando frecuencias y tonalidades, al final te acaba doliendo la cabeza». Con esta claridad reveladora, y sin despeinarse, Torrens imparte un auténtico máster en disposición, utilización y optimación del sonido.

No acaban aquí las diferencias entre la inmersión cinematográfica que propone Espacio Escena, de la que podemos encontrar en una gran superficie. Y es que, ademas de una instalación y calibración sonora totalmente personalizada, se preocupan de que el equipo encaje con las necesidades de cada cliente, «no instalamos el mismo equipo a alguien que desea disfrutar del cine en casa que a un cliente que va a utilizar el equipo para ver conciertos de música clásica». Para acabar está el aspecto del diseño, que no es un tema baladí, puesto que nadie desea que un proyector con sus altavoces rompa la impronta estética de su hogar. «Tenemos un equipo conformado, en su mayoría, por ingenieros de sonido, pero también contamos con interioristas. El tema del diseño es nuestra obsesión, porque por muy bien que suene un equipo si no queda bonito nadie lo querrá. Intentamos dar soluciones estéticas que rindan acústicamente».

En cuanto a los precios, Albert explica que «el ochenta por ciento de nuestras instalaciones oscilan entre los 25.000 y 85.000 euros, el veinte por ciento restante es el de los auténticos fanáticos del cine que, además, no tienen problemas de dinero y te dicen ‘haz lo que creas que va a ser mejor'. En esos casos evidentemente se disparan los presupuestos».