Ya es verano, tiempo de piscina, de playa, de disfrutar, pero con precaución. Según el Informe Nacional de Ahogamientos (INA) de la Federación de Salvamento y Socorrismo el pasado 2021 fallecieron en nuestro país 260 personas víctimas de ahogamientos, ya sea en piscinas, en el mar, en ríos o pantanos. Bastantes de esos accidentes podrían haberse evitado si el niño supiera nadar y hubiese estado vigilado por un adulto. El mensaje es claro: apunta a tus hijos a natación y no confíes en los juguetes acuáticos.
Nunca es pronto para enseñar a un niño a nadar. La edad ideal para apuntarle a un curso es entre uno y cuatro años. No es raro que un pequeño aprenda antes a nadar que a andar. Pero aun cuando el niño sepa nadar, debe haber siempre un adulto vigilándole constantemente, dentro y fuera del agua. Será el quien le indique que no puede correr y jugar en el bordillo de una piscina, ya que podría golpearse y caerse al agua. Tampoco es mala idea que los padres se apunten a un curso de primeros auxilios: en caso de ahogamiento, el tiempo es primordial; sobre todo si es necesario realizar operaciones de reanimación.
Los manguitos, los chalecos o las burbujas están diseñados para servir de ayuda al niño mientras esté aprendiendo a nadar y pueden usarse en zonas profundas. Sea como sea, recuerda que el niño debe estar siempre vigilado. Recuerda que estos artículos no son salvavidas, solo ayudas a la flotación. Los manguitos son sencillos de utilizar pero deben estar bien colocados, mejor cerca del hombro, para evitar que se salgan de forma accidental.
Las burbujas son una buena alternativa, pero sólo para niños de más de dos años. Si usas burbuja, ajústala a la parte alta del cuerpo lejos de la cintura para evitar que el niño pueda darse la vuelta y quedar boca abajo en el agua. Otras ayudas, como las bandas pectorales o el swimtrainer, pueden ser eficaces, pero siempre que se coloquen bien: es imprescindible contar con unas buenas instrucciones.
Hay que tener en cuenta que los chalecos ofrecen mejor ajuste y flotabilidad, además dejan los brazos libres. El chaleco es el que más protección proporciona, por lo que es lo mejor cuando no sabe nadar; mientras que las burbujas son más útiles cuando ya se tiene práctica en la posición de natación, pero que no vayan en la cintura. Los manguitos, muy populares en su momento por su sencillez, han perdido interés, porque dificultan el aprendizaje de los movimientos y por el riesgo de que se pinchen o se salgan si no están bien ajustados.
Principios básicos de seguridad en el agua
El socorrista es tu aliado. La presencia de un socorrista es vital, tanto en el mar como en una piscina, es una persona preparada para rescatar y atender a un accidentado. Evita las playas sin servicio de socorrista. En las piscinas públicas su presencia es obligatoria; en las privadas, en comunidades de vecinos de más de 30 viviendas o un vaso de más de 200 m2 de superficie. El socorrista debe llevar un móvil por si es necesario hacer alguna llamada de emergencia.
Por otra parte, es importante respetar las banderas que hay en las playas. Recuerda, una playa con bandera verde señala un mar tranquilo, sin corrientes ni olas grandes, todo lo contrario que una bandera roja, que prohíbe el baño. La bandera amarilla, por su parte, indica condiciones poco favorables para el baño: precaución y mucha atención a los menores. En caso de un accidente en el agua, llama a los servicios de emergencia al 112.
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