Ascensión Navarro, Lucía Curti y Maria Suau son las mujeres que impulsan el proyecto de Lombriz Urbana Balears. | Pilar Pellicer - Pere Bergas

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Quizás, al observar su movimientos ondulatorios, el primer sentimiento es de aversión. La percepción se modifica al conocer su eficiencia. Aristóteles las definió como los intestinos de la tierra y, a finales del siglo XIX, Darwin mostró interés por estos anélidos en el estudio La formación del mantillo vegetal, por la acción de las lombrices, con observaciones sobre sus hábitos. Las lombrices de tierra son ingenieras agrónomas por naturaleza; en una época de generación indiscriminada de residuos, vale la pena observar cómo trabaja la fauna edáfica. Ocho meses atrás arrancó Lombriz Urbana Balears, un proyecto de vermicultura, actividad agraria basada en transformar los residuos orgánicos vegetales por medio de lombrices de tierra, proceso del que obtenemos un fertilizante biorgánico de alto valor agronómico.

«Con el vermicompostaje nos responsabilizamos de la mitad de nuestros residuos orgánicos. En casa, con muy poca inversión económica y temporal, podemos transformar la mitad de lo que tiramos a los contenedores en un producto que se utiliza como enmienda regenerativa del suelo, y que ayuda en el secuestro de carbono. La lombriz hace que el proceso sea totalmente saludable para el medio», dice Lucía Curti, fundadora del proyecto en Uruguay en 2013; en la actualidad, allí sus lombrices consumen al mes hasta dos toneladas de residuos orgánicos.

En desarrollo

El proyecto de Lombriz Urbana Balears está en desarrollo y Lucía explica que, desde su cooperativa de mujeres, seguirán el mismo modelo de negocio que en Uruguay, «consiste en la venta de humus, tanto líquido como sólido, cría y venta de lombrices y composteras, y la formación y asesoramiento a particulares e instituciones privadas y públicas».

De este manera, hace unas semanas, junto a la asociación ecologista Amics de la Terra, Lombriz Urbana Balears impartió un taller en el Centre Flassaders, dirigido a quienes habitan una vivienda sin jardín y desean compostar sus restos vegetales o de cocina. «Todavía existe un gran desconocimiento. Es una actividad accesible a todo el mundo. Cuando la gente entiende el procedimiento resulta ser muy sencillo e inocuo. A mi me gustaría que todo el mundo supiese compostar. Al final, tratamos de incorporar un hábito a nuestra comunidad, que demuestra la capacidad de introducir cambios positivos para el entorno», razona Lucía. En el mencionado taller formativo, los asistentes conocieron detalladamente cómo iniciarse en el vermicompostaje.

Lombriz urbana: un reciclaje natural
Un instante del taller formativo de Lombriz Urbana en el Centre Flassaders.

Lo primero que debemos preguntarnos es qué necesitan las lombrices para vivir. Aire, agua, comida y una temperatura adecuada. Las lombrices se alimentan de carbono y nitrógeno, que obtendrán de residuos de frutas, verduras, cáscara de huevo, y de papel, cartón u hojas secas. Las lombrices comen su propio peso al día; se les debe echar comida dos veces a la semana, troceada en un tamaño medio. Las lombrices habitarán en la compostera, un sistema vertical de tres cajas, dos son digestoras, donde las lombrices trabajan, y una tercera para recoger el lixiviado.

El núcleo inicial será de medio millar de lombrices rojas que procesan unos 450 gramos al día. En la compostera no puede entrar ni la luz ni el agua –aunque siempre deben tener humedad–, y se necesita un buen sistema de ventilación. Cada cajón puede tener hasta 3.000 lombrices, un animal con una gran tasa de reproducción. De cada huevo pueden salir cinco lombrices. Pero también tienen la capacidad de autorregular su población: si andan escasas de espacio o comida dejarán de reproducirse.

El apunte

Cómo empezar a vermicompostar

Existen una serie de consejos básicos para empezar a vermicompostar. La temperatura ideal está entre 15 y 25 grados, y lo mejor es mantener la compostera a la sombra. La humedad es también un factor importante; si el sustrato tiene aspecto de barro, se le debe agregar más residuo seco, en forma de papel, cartón u hojas secas. Asimismo, debe mantenerse un correcto equilibrio entre el alimento y la población de lombrices. Otro punto a tener en cuenta es el oxígeno: las lombrices respiran por la piel y necesitan captar el oxígeno que queda en el sustrato, por lo que se debe revolver el fondo una vez a la semana.