Irene Soler, coordinadora del proyecto, y Carles Simonet, director del Teatre del Mar, en el patio de butacas del teatro. | Alejandro Sepúlveda -

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Hace ocho años, el Teatre del Mar, que celebra en 2023 su trigésimo aniversario, incorporó a sus objetivos fundacionales la acción social como forma de devolver a la sociedad el apoyo que esta le ha brindado a lo largo de los años. Uno de los programas en los que se ha concretado este compromiso es Migracions, un proyecto de teatro social e inclusivo con tres ejes de actividad: talleres de teatro social para niños y adultos, entradas sociales para que las personas con bajos recursos puedan acudir al teatro, y formación en teatro social para profesionales del mundo artístico y social. El principal objetivo del proyecto es acercar el mundo de las artes escénicas a los colectivos más vulnerables, y hacerlo de forma inclusiva, sin segregaciones de ningún tipo.

Talleres para niños

Una de las principales vertientes de esta iniciativa son los talleres de teatro que profesionales del Teatre del Mar, ubicado en El Molinar, imparten cada año a niños de entre 8 y 12 años del CEIP Es Molinar y el CEIP Es Coll den Rabassa. «Desde el principio, optamos por enfocar este proyecto de acción social a colegios de nuestro entorno más cercano, de acuerdo con nuestros valores fundacionales de fomentar el kilómetro cero y las acciones de proximidad, con vistas a crear red con nuestros vecinos, desarrollar un teatro comunitario y hacer barrio», explica Carles Molinet, director del Teatre del Mar.

«Cada grupo está formado por unos doce alumnos, elegidos por el propio centro bajo el criterio de que sean niños a los que esta actividad pueda beneficiar especialmente, ya sea porque están en riesgo de exclusión, porque sus padres no pueden pagarles una actividad extraescolar, porque tienen problemas de socialización o aprendizaje, porque son recién llegados o simplemente porque aman el teatro y han manifestado su interés en participar. Se trata de una actividad inclusiva que no es solo para niños con algún tipo de problemática, sino que trata de favorecer la empatía y la socialización entre perfiles diversos», explica Irene Soler, coordinadora del proyecto.

Las clases, de una hora y media semanal, se llevan a cabo de octubre a mayo, con representación final, y se dividen en tres fases. «Al principio, nos centramos en dinámicas para aglutinar al grupo y favorecer la empatía y la confianza mutua. Más adelante, trabajamos herramientas teatrales y de expresión corporal, oral y emocional. Después, buceamos en qué temáticas quiere trabajar el grupo y qué tiene que decir al mundo, individualmente o en colectivo, y finalmente hacemos el montaje final», indica Soler. «El teatro es un espacio de libertad y de socialización en el que aprenden a escuchar a los demás y también a relacionarse desde la empatía. Es alucinante la evolución que muchos de estos alumnos experimentan a lo largo del taller», concluye Carles Molinet.