Simpatizantes de la asociación, con ‘cosplay’ verniano, durante una visita a las Cuevas de Artà con lectura de fragmentos de ‘Viaje al centro de la Tierra’. | Nicolás Moragues

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Cada 8 de febrero, los amantes de la literatura fantástica celebran el aniversario del nacimiento de Julio Verne (1828-1905), probablemente el escritor más influyente de la historia en este género y para muchos el inventor de la ciencia ficción. Desde hace algunos años, la Sociedad Hispánica Jules Verne ha popularizado esta fecha, entre los admiradores de habla hispana del genio francés, como el Día de Leer a Verne. Esta asociación, que cuenta actualmente con socios en 28 países de todo el mundo, tiene su sede central en Marratxí, ya que fue fundada hace una década a iniciativa de un historiador y geógrafo mallorquín llamado Nicolás Moragues.

«Me di cuenta de que había asociaciones en torno a la figura de Verne por todo el mundo, pero España no tenía ninguna. Así que busqué a los máximos exponentes en estudios vernianos de habla hispana y les convencí para montar la Sociedad. Tenía que tener una razón social, así que puse la dirección de mi casa», explica. Desde entonces, la entidad ha organizado todo tipo de iniciativas en torno a la obra del escritor: exposiciones, encuentros físicos y online, lecturas, excursiones y rutas guiadas, y hasta una revista periódica.

Mallorca ha acogido muchas de estas actividades, incluyendo un Congreso Internacional Verniano, visitas a las Cuevas de Artà leyendo extractos de Viaje al centro de la Tierra o una ruta por Palma siguiendo los pasos de los protagonistas de la novela Clovis Dardentor. «Aunque murió en 1905, su obra sigue vigente. De hecho, según datos de la Unesco, es el segundo autor más traducido de todos los tiempos a nivel mundial, después de Agatha Christie. Y en España, incluso, ocupa el primer lugar», destaca Moragues.

Nicolás Moragues.

«Una de las grandes aportaciones de Verne a la literatura es su rigor científico. Aunque nos narre aventuras fantásticas que nos hacen soñar con mundos inexplorados, todo lo que escribe está fundamentado en los estudios y teorías científicas más punteros de la época», incide. «Su legado es brutal. Como padre de la ciencia ficción, abrió nuevos caminos para la novela, inspirando a generaciones y generaciones de escritores. Y, más allá de la literatura, su influencia se deja notar en el cine, con al menos 300 películas basadas en sus libros, y en la cultura popular, con fenómenos como el ‘steampunk' y todo tipo de tebeos, videojuegos, productos audiovisuales y otros dispositivos culturales que siguen su estela», concluye.

La huella balear en su obra

Del centenar de novelas que escribió Julio Verne, hay una decena en las que hace referencia, de forma directa o indirecta, a la geografía de Balears», asegura el doctor en Historia y Geografía Nicolás Moragues, fundador de la Sociedad Hispánica Jules Verne y autor de la tesis doctoral ‘Julio Verne y las islas Baleares', reconocida por la UIB como la más novedosa de 2021 y que puede adquirirse contactando con la asociación. Según su investigación, aunque Verne nunca visitó el Archipiélago, contó con numerosas fuentes a la hora de recrear o trasladar a otros lugares la geografía de Balears, ya que fue amigo de personalidades que conocían bien las Islas, como la escritora George Sand, el astrónomo François Arago o el archiduque Luis Salvador.

Así, según su tesis, la forma y características de la isla Lincoln que aparece en la novela La isla misteriosa (1874) coincide con Formentera, aunque el escritor la ubique en medio del Pacífico. También aparece la Pitiusa menor, esta vez de forma explícita, en Héctor Servadac (1877), donde se narra la colisión de un gran meteorito con la Tierra en pleno Mediterráneo, siendo un científico que trabaja en el faro de sa Mola el único humano en vaticinar esta catástrofe. Mallorca, por su parte, aparece en El rayo verde (1882), donde Verne imagina en sa Foradada el último resplandor verde del sol al ponerse.

Portada de 'Clovis Dardentor'.

«Era una chispa intensamente verde, era un rayo verde aunque no fuera un rayo, era el rayo verde, era Julio Verne murmurándome al oído: ¿Lo viste al fin, gran tonto?», escribiría décadas después Julio Cortázar al escribir sobre una visita al Mirador del Archiduque. Pero probablemente, la novela en la que una localización de Balears, en concreto Palma, aparece descrita de una forma más prolija, es Clovis Dardentor (1896). En ella, se narra un paseo por el centro de Ciutat tan detallado que el propio Moragues ha llevado a cabo visitas guiadas siguiendo los pasos de sus personajes.