«No me canso de fabricar ocarinas; la transformación del barro en música es algo mágico. Estoy en contacto con mis pensamientos y emociones, les habló mientras las hago: ‘A ver cómo sonarás tú'. Es como la voz humana: pueden haberse fabricado con el mismo molde, pero cada una habla con sus matices particulares, ninguna suena igual. Yo no busqué la ocarina, sino que vino a mí», sostiene Hermoso, quien define la ocarina como un instrumento muy versátil, «puede hacer todas las voces de la coral», y afirma que, más que tocarla, hay que hacerla cantar, «posee un sonido mágico, diferente y dulce, que te llega al alma».
La ocarina llegó a la Isla gracias a Cesare Vinicelli, un alumno de Giuseppe Donati –el músico italiano nacido en Budrio que, a principios del siglo XIX, configuró la forma y la digitación moderna del artilugio–, que en 1877 instaló su taller de ocarinas en la calle Jovellanos de Palma. Hubo fábricas de ocarinas en Manacor, Bunyola o Pollença, bandas musicales que daban conciertos en iglesias por su acústica, además de clases en el Conservatori impartidas por los músicos Attilio Brusuchetti y Luigi Cussini.
A partir de la Guerra Civil, el instrumento cayó en desuso. En 1977, el ceramista y escultor de Santa María Benet Mas, el maestro de Carme, extrajo moldes de la colección de ocarinas de la Porciúncula y empezó a fabricarlas. «Yo no sabía que Benet era ocarinero; lo visité en 1987 por su faceta de sanador, ya que pasaba por un mal momento. Me ofreció trabajar con él y así comenzó mi historia. Tomé el testigo de Benet y estoy segura de que ocurrirá lo mismo conmigo: cuando tenga que dejarlo, llegará la persona indicada».
Fabricar una ocarina no es algo sencillo, y se requiere de una mezcla de talento musical y dominio del barro, además de bastante tiempo: Carme puede tardar tres horas en hacer una ocarina. Aunque, sin duda, uno de los aspectos más complejos es la afinación de la ocarina: «Cada vez que pierde humedad, la ocarina mengua y debe volver a afinarse. Rectifico los agujeros y vuelvo a afinar el instrumento hasta que está completamente seco. Si deseo que esté en do, la afino en si, media nota más baja, porque una vez cocida subirá», explica la artesana.
«Seguiré con la ocarina hasta que deje el planeta. Quiero compartir su magia con la humanidad, porque cada pieza contiene mucho amor, lo que más necesitamos», dice Hermoso que, entre el 4 y 12 de marzo, se encontrará en la Fira del Fang de Marratxí, y cuyo objetivo es ampliar y recopilar el repertorio para ocarina.
El apunte
Un viaje desde América a Europa
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