Las megatormentas ocurren aproximadamente cada 20 a 30 años en Saturno y son similares a los huracanes en la Tierra, aunque significativamente más grandes. Pero a diferencia de los huracanes de la Tierra, nadie sabe qué causa las megatormentas en la atmósfera de Saturno, que está compuesta principalmente de hidrógeno y helio con trazas de metano, agua y amoníaco.
«Comprender los mecanismos de las tormentas más grandes del sistema solar coloca la teoría de los huracanes en un contexto cósmico más amplio, desafiando nuestro conocimiento actual y ampliando los límites de la meteorología terrestre», dijo en un comunicado el autor principal Cheng Li, ex becario en Berkeley, quien ahora es profesor asistente en la Universidad de Michigan.
Imke de Pater, profesora emérita de astronomía y de ciencias terrestres y planetarias de UC Berkeley, ha estado estudiando gigantes gaseosos durante más de cuatro décadas para comprender mejor su composición y lo que los hace únicos, empleando el Karl G. Jansky Very Large Array en Nuevo México para sondear las emisiones de radio desde las profundidades del planeta.
«En longitudes de onda de radio, exploramos debajo de las capas de nubes visibles en planetas gigantes. Dado que las reacciones químicas y la dinámica alterarán la composición de la atmósfera de un planeta, se requieren observaciones debajo de estas capas de nubes para limitar la verdadera composición atmosférica del planeta, un parámetro clave para los modelos de formación de planetas», dijo.
«Las observaciones de radio ayudan a caracterizar los procesos dinámicos, físicos y químicos, incluido el transporte de calor, la formación de nubes y la convección en las atmósferas de los planetas gigantes tanto a escala global como local». Como se informó en el nuevo estudio, de Pater, Li y el estudiante graduado de UC Berkeley Chris Moeckel, encontraron algo sorprendente en las emisiones de radio del planeta: anomalías en la concentración de gas amoníaco en la atmósfera, que conectaron con las ocurrencias pasadas de megatormentas en el hemisferio norte del planeta.
Según el equipo, la concentración de amoníaco es menor en altitudes medias, justo debajo de la capa superior de la nube de hielo de amoníaco, pero se ha enriquecido en altitudes más bajas, de 100 a 200 kilómetros más profundo en la atmósfera.
Creen que el amoníaco se transporta desde la atmósfera superior a la inferior a través de procesos de precipitación y reevaporación. Además, ese efecto puede durar cientos de años. El estudio reveló además que, aunque tanto Saturno como Júpiter están hechos de gas hidrógeno, los dos gigantes gaseosos son notablemente diferentes.
Si bien Júpiter tiene anomalías troposféricas, se han vinculado a sus zonas (bandas blanquecinas) y cinturones (bandas oscuras) y no son causadas por tormentas como lo son en Saturno. La diferencia considerable entre estos gigantes gaseosos vecinos desafía lo que los científicos saben sobre la formación de megatormentas en gigantes gaseosos y otros planetas y puede informar cómo se encuentran y estudian en exoplanetas en el futuro.
1 comentario
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Me parece que allí en Saturno no hay emisiones de CO2 producidas por el ser humano ¿verdad? Pero por lo visto también tienen fenómenos meteorológicos extremos. ¿Será que en realidad el ser humano tiene muy poco o nada que ver con el famoso cambio climático y los fenómenos extremos que se producen periódicamente en la meteorología terrestre?