Temía que su hijo pudiera ser cincomesino, como él. Pero, no. Nació a los 9 meses. | Click

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Joan Josep Tudurí es palmesano, de 29 años de edad. Tiene pareja desde hace dos años,    Camila Bustamante, con quien ha tenido un niño, Pau, que ha cumplido 10 meses. Se gana la vida como albañil y artista urbano, «pero no soy de esos que por el hecho de manejar un spray y ensuciar las paredes o manchar un vagón de un tren, se consideran artistas urbanos, sino artista que pinta una pared o una puerta con permiso, ya bien porque te encargan el trabajo, ya bien porque ves que lo que pintas va a gustar, y que siempre respeta el trabajo de otros artistas urbanos no pintando sobre las pinturas que hacen ellos», de lo cual deducimos que Joan Josep está en contra de todo lo que sea pintura urbana vandálica, «totalmente en contra –subraya–, basta ver, si no, cómo han dejado Palma. ¡De pena…!».

Pero antes de entrar en este tema, os quiero contar quién es Joan Josep, al que conocimos en el transcurso de una cena que se celebró en la terraza del hotel Artmadams, simplemente por el hecho de que fuimos vecinos de mesa. Una velada a lo largo de la cual    fuimos descubriendo que Joan Josep    ha sido, y sigue siendo, un hombre que va creyendo en la vida a medida que va pasando el tiempo. Y es que nació a los cinco meses de gestación, lo cual le convirtió en un bebé extra prematuro. En un cincomesino.

«Fue un milagro»

«Era tan pequeño que no me daban ninguna posibilidad de vida. Porque en realidad, nací muerto, o al menos esa era la impresión que dicen que di cuando llegué a este mundo, completamente asfixiado, y con la piel de color azulado, por lo que, sin más, me metieron en la incubadora y en ella permanecí no sé cuánto tiempo, ¡meses!, enchufado al oxígeno. Si se fija en mi nariz, verá que de los dos orificios uno es de mayor diámetro. Y es así porque en el introdujeron el tubo por el que me llegaba la vida. Y como ese tubo estuvo ahí durante meses, el orificio se hizo más grande. De ahí la diferencia. Por eso me digo que si vivo, y soy como soy ahora, una persona normal,    es porque ha habido un milagro, ya que los niños que nacieron a los cinco meses de gestación, o han muerto, o viven de forma vegetativa, o sentados en una silla sin poderse mover. En cambio, ya me ves. Por eso creo que    ha sido un milagro. En realidad, más de una vez me han llamado ‘niño milagro’, sobre todo los médicos que me trataron».

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Joan Josep, con su mujer y su hijo. Un matrimonio muy feliz con un niño que con diez meses, ya ven lo guapo y hermoso que está.

A partir de empezar a entender las cosas, y habiendo escuchado su historia, que le contaron sus padres, y sabiendo las condiciones en que vino a este mundo, cuenta Joan Josep que le invadió una gran preocupación al pensar qué pasaría en adelante a medida que fuera creciendo, «ya que me planteé dos cosas: ¿Seré un niño normal, es decir, creceré como los que han nacido a los nueve meses? Me refiero a que me preguntaba si crecería intelectual y físicamente como esos niños… Y la otra pregunta que me hacía era si podría ser padre, y si era sí, si mi hijo sería prematuro, si viviría, o si moriría como otros cincomesinos… O si vivía, si lo haría sin ningún defecto… Fueron años de dudas, ¿sabe? Afortunadamente –remarca, tras señalarse a él y al niño–, todo ha ido bien. Yo crecía como los demás niños, jugué a lo que jugaban ellos, sin problemas… Hoy trabajo de albañil y soy artista urbano, lo que significa que mi cuerpo y mi mente responden a lo que les pido… Y en cuanto a si podía ser padre, y si lo era, ¿cómo sería mi hijo? Pues ya ve como es Pau, nuestro hijo». El niño, que está en brazos de su madre, se muestra tranquilo, pero cuando percibe que le miramos, como si entendiera que estamos hablando de él, nos mira, mueve sus bracitos y sonríe…

Pueden estar tranquilos, por lo guapo y avispado que es… Porque seguro que sabe que estamos hablando de él. ¡Y mirad lo grande que está! Por eso seguro que cuando sea mayor les va a sacar muchos centímetros. «Sí, la vida es un milagro –reflexiona Joan Josep–. Y yo tengo que aprovechar ese milagro, y sobre todo debo de dar las gracias a la vida por haberme dado la oportunidad de vivir, y también porque a través de mí continúa la vida… De mí y de ella», apostilla, señalando a su chica, que sonríe complacida.

El arte urbano

En cuanto a lo demás, la vida de Joan Josep sigue ligada a su familia, a su trabajo, a la Naturaleza y a su otro trabajo, la pintura urbana, a la que se dedica cuando puede, insistiendo en que está en contra de esos otros, que se hacen llamar artistas urbanos por el hecho de manejar un spray, cuando realmente no son más que unos ‘artistas’ que vandalizan el arte urbano, vandalizando paredes y monumentos, «dándome pena como han dejado Palma. Porque si un día quieres, nos reunimos unos cuantos artistas urbanos y te mostramos cómo es el arte urbano, pero el de verdad, y lo que se puede hacer con él… Lo que pasa es que no hay espacios, o no nos los dejan porque dicen que no los hay. Pero el arte urbano, tal y como lo concebimos nosotros, contribuye a dar cierta personalidad a la ciudad y a sus barrios… Hay trabajos de compañeros en lugares apartados que son una maravilla… Y si sabes, no son difíciles de hacer. Tampoco ocupan mucho tiempo y no son caros. Por eso te digo que un día te llevaré, y te mostraré algunos de los trabajos… Que es una pena que estén donde están, lejos de la vista de los palmesanos».

Y hablando del arte urbano, pero en su variedad vandalizada, le preguntamos también a Joan Josep si sería costoso y complicado desvandalizar Palma. «Pues tal y como está la ciudad, sería lo uno y lo otro, pues es mucho lo que hay que limpiar, y más cuando el producto de limpieza no vale para todo. A las paredes lisas se les quita la pintura con un determinado producto que nada tiene que ver con el que utilizarás para la pintada que está sobre marés o mármol. Se tendría que hacer un estudio profundo, por lo que sería costoso. Pero algún día se tendrán que poner en ello».