Yaiza Miranda, que es ‘profesional trainer’, se está preparando para optar al título    Olimpia. En el caso de que lo consiga, se retira, aunque seguirá dando clases. | R.D.

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Yaiza Miranda González, de Las Palmas, aunque residente en Mallorca desde hace años, no es una mujer cualquiera. Nos referimos a su aspecto físico, marcado y definido, que ha conseguido gracias a las muchas horas que se pasa en el gimnasio, a una alimentación apropiada y a unas normas de vida muy adecuadas.

Yaiza, que es entrenadora personal en el Mega Sport, que es donde nos la encontramos,    ha sido dos veces campeona de España en fitness, y primera y tercera en dos campeonatos del mundo, también en fitness. «Y ahora soy la única IFBB-PRO de Balears para competir por el título Olimpia, que se celebrará en Estados Unidos. Y una vez que lo consiga, puede que me retire de la competición para dedicarme plenamente al entrenamiento personal, sea de hombres o de mujeres, tanto para mantenimiento como para recuperar la figura perdida por cualquier circunstancia… Un embarazo, por ejemplo. O una lesión».

Yaiza lleva colgada al hombro una bolsa que contiene los táperes con las comidas que hace a lo largo del día. «Y es que, como algunas de ellas las hago fuera de casa, las llevo conmigo, para comerlas a las horas que me tocan. Es una dieta especial de físico culturista que se hace más estricta a medida que se aproxima el campeonato». Y eso lo hace todo el año. «No tengo pareja, pero la tuve, y si    la vuelvo a tener, y sigo compitiendo, se tendrá que acostumbrar a verme con la bolsa de los táperes colgada de mi hombro».

Asegura que la visión hacia las mujeres culturistas, sobre todo tan definidas como lo está ella, ha cambiado de unos años a esta parte. «Ya no se nos ve como marimachos, y si alguien lo sigue pensando, se equivoca, pues somos tan femeninas como cualquier mujer que no practique este deporte. Qué duda cabe de que llamamos la atención, pero nada más, pues como los políticos», sonríe, «tenemos gente a favor y gente en contra, aunque cada vez más a favor… No me cansaré de repetir», añade, «que la mujer culturista es femenina como cualquier otra que no practique este deporte. Y yo me siento femenina… ¿Qué si echo en falta una pareja…? Pues tal como estoy ahora, soltera y sin compromiso, soy feliz. Y si esa pareja llega algún día, pues ¡bienvenida sea!».

Antes de mirar hacia adelante, le preguntamos sobre la noticia del año: sobre el caso Rubiales, sobre el ‘rubialazo’ que le dio a Jenni Hermoso, jugadora de la Selección Española de fútbol, tras la final del Mundial. Yaiza sonríe. «Eso ha sido un circo que ha dejado en segundo plano lo más importante: haber ganado el campeonato del mundo de fútbol». Y, en cuanto al futuro, insiste en que ahora sus miras están puestas en alzarse con el Olimpia, «para lo que tendré que ir muy preparada, puesto que el nivel de todas las aspirantes es muy alto. Por eso es un gran título».

El tiempo nos apremia, pues le avisan de que ha llegado al Mega Sport la persona que está esperando para entrenarla; así, aunque solo sea por curiosidad, le preguntamos sobre el peso que levanta en una tanda de ejercicios que tenga planeada. Peso que levanta ella, ¿eh?

«Utilizo pesas de 15 kilos para ejercitar los bíceps; para las sentadillas, una barra con un peso de 130 kilos; y para el peso muerto, es decir, levantar con las dos manos la pesa que está en el suelo, 160 kilos. No suelo hacer muchos pectorales con peso, ya que si abusas, el pecho tiende a separarse, como si se rajara por su mitad, y a muscularse mucho, lo cual, estéticamente, no es bueno».

Además de todo eso, que no es poco, Yaiza también camina y procura dormir entre siete y ocho horas diarias. Por último, nos dice que cualquier edad es buena para empezar a hacer ejercicio, «eso sí, de una forma programada, porque si no logras hacer una buena rutina, que te atraiga, te desanimas y lo dejas».

También de cremación

Nuestra amiga Martha Yulvis ha regresado de Valencia, donde ha hecho, y superado con nota, el Máster de Tanatopraxia, Embalsamamiento y Cremación de cadáveres, a los que ella llama «cuerpos», igual que a la muerte la llama «el viaje a casa».

«En mi país, Colombia, tenía el título, pero a la hora de ejercer aquí no pude porque debía homologarlo, y como yo por entonces no tenía mucho dinero, no    pude hacerlo. Así que ahora, a poco que se me ha presentado la ocasión, no solo lo he homologado, sino que, bajo la dirección de José Luis Mulero Plata, a la vez director de la Escuela Funeraria, he hecho el curso, o máster, en Paterna, en el A-3 tanatorio, embalsamamiento y crematorio, aprobándolo, por lo cual ya puedo ejercer esta profesión sin problemas en toda la Comunidad Europea».

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Martha con el diploma junto a la profesora del máster, Lili Toffoli.

La idea de Martha Yulvis, además de trabajar en Mallorca maquillando, embalsamando e incinerando cuerpos, es, a nada que pueda, abrir un centro oficial como el que hay en Paterna, para lo cual debe contar con algunos socios, pero… cada cosa a su tiempo.

«Lo más inmediato», señala, «es la convocatoria que he hecho para el próximo 24 de octubre, en el Casal de Son Roca, de 19 a 21 horas, donde voy a explicar a las personas que asistan, sean hombres o mujeres, las características de estos másteres. A ellos pueden asistir personas con bachiller u otros estudios, aparte de ser empáticos, responsables, respetuosos, puntuales, discretos… Y, por supuesto, que no se dejen impresionar por el hecho de que van a trabajar con difuntos, a los que, como he dicho, llamo ‘cuerpos’, pues ellos, ni hablan, ni siquiera se mueven. Es más», añade, «pienso que si te pudieran hacer lo uno y lo otro, te dirían que te están agradecidos viendo que les estás arreglando para el último viaje, y que no se moverían para facilitar tu trabajo. Y por supuesto», apostilla, «también les explicaré las salidas que tiene esta profesión, ya sea en funerarias, ya sea en cementerios».

Martha toca el violín; de hecho, cuando llegó a España se ganó la vida durante un tiempo dando clases. Le preguntamos si en alguna ocasión, en un alto en el trabajo, ha tocado alguna pieza, clásica o moderna, en honor al cuerpo sobre el que está trabajando, ya sea maquillándole, ya sea preparándole para el embalsamamiento o la cremación. «Pues no», responde. «Ahí no suelo llevar el violín.    Como mucho, antes de comenzar mi trabajo, le saludo y le digo que le voy a poner guapo para el viaje. Incluso, dependiendo de su nacionalidad, hago un pequeño ritual antes de ponerme a trabajar. Eso sí, todo con enorme respeto».

Y como no podía ser de otro modo, seguramente picados por la curiosidad, le preguntamos si algún día nos permitiría asistir a un trabajo tanatopráctico, a lo que responde que no, «sobre todo por respeto al cuerpo y a la familia. Lo siento, pero eso no puede ser».