Ana León ha presentado 'Me late lo queer' en el Bar Flexas | Pere Bergas

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Me late es una expresión mexicana que significa ‘me gusta’. A la escritora Ana León, nombre de pluma en homenaje a su madre y abuela materna, le late lo queer, «porque define a aquellos que rompen con los esquemas binarios de género. Espero que este libro fomente el respeto hacia estas personas», expresa esta profesora de inglés pollencina que, en compañía de un nutrido grupo de amigos y familiares, con rancheras de fondo, Xavi de las Heras en la barra, Pepa Charro con bigote y sombrero méxicano, y un brindis final en honor a Fernando Estrella, ha presentado en el Bar Flexas su primera publicación, Me late lo queer (Bàsics Serveis Editorials de Muro, de Miquel Campaner).

Escrito en forma de crónica o memoria, Me late lo queer surge de una anécdota, ocurrida entre 1996 y 1997. Junto a su hermano David, Ana paseaba por Ciudad de México en busca de Barbies de imitación para regalarle a su sobrina. Rebuscando entre paradas de mercadillos y jugueterías, encontaron una muñeca inusual: una imitación de Ken con una larga cabellera rubia. Pensaron que se trataba de un error de fábrica. David lo compró y lo vistió con ropa de Barbie. Ni era una unidad defectuosa, ni una imitación de Ken. La autora se reserva el divertido misterio para sus lectores.

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Nada fue un error

Ana no lo supo hasta el 1999 cuando volvió a visitar la capital mexicana en busca de otro ‘error de fábrica’ y halló medio centenar de ‘Kens’ melenudos. «Pensé: las vestiré y peinaré, y haré una colección de drags. Mis Barbies no son drag queen:ni están maquilladas, ni calzan plataformas. Son andróginas. Pensaba que serían fáciles de vender en Barcelona. Y así fue», explica la autora, que montó un pequeño taller en México, donde nacieron las primeras drags que llevó a la Ciudad Condal en la Navidad del 1999. Hoy, en el Museu de l’Eròtica de Barcelona, todavía se puede encontrar una vitrina de cristal que guarda un grupo de sus Barbies.

En Me late lo queer, la historia de Ana va acompañada por divertidas fotográfias, en las que sus Barbies queer protagonizan distintas escenas. Son obra de Juan Ortiz Zishka, o Tete, un amigo de Ana que las tomó en México y Mallorca. «Tenía la historia guardada en el armario y quería que viese la luz porque es divertida y un homenaje a la diversidad de género», comenta Ana, quien le dedica el libro a Lola.

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Lola fue su «gran amiga en la juventud, y que lo tuvo muy difícil, como tantas otras personas transexuales. Ahora se habla mucho de la diversidad. Cuando conocí a Lola eran los años 80. Aunque hubiese un aire de libertad y alegría, no era fácil. La sociedad no te aceptaba. Hoy ha cambiado mucho, pero todavía escucho a adolescentes que sufren o adultos que no están conformes con la nueva Ley Trans, porque no abarca lo que debería abarcar. Ojalá estuviese tan asimilado que no hiciese falta ni hablar de ello», afirma la autora.

La escritora le guarda mucho cariño a México, donde vivió durante un año. Este verano pudo volver pero, para su desencanto, todo ha cambiado mucho. «Busqué en la misma calle donde compré estos muñecos, y las jugueterías ya han desaparecido. Sus réplicas de Barbie eran espectaculares. En mi última visita eran todas originales. Aquello es historia: el mundo ha cambiado mucho y aquellos muñecos son irrepetibles», concluye Ana. Los interesados podrán encontrar el libro en Rata Corner a partir del lunes 20 de noviembre.